Una comedia absurda, donde se manejan un buen puñado de clichés par rellenar hora y medida de metraje con acontecimientos y personajes que se mueven totalmente al margen de la más mínima coherencia.

James Caan, aceptó participar en ella con 73 años, y un aspecto severamente envejecido.
Los grandes actores, deberían dominar el arte de saber retirarse a tiempo, para que el espectador guarde en el recuerdo, el talento que lograron transmitir a lo largo de sus carreras.

El resto, olvidable.