Existe una realidad en la España de postguerra, una realidad que aunque queramos esconder, se ofrece a quien desee ahondar en ella.

Las mujeres en esa etapa gris y oscura, no decidían más allá de la comida del día, la colada, el cuidado de los hijos, de la compra y otras cuestiones domésticas sin mayor trascendencia.

Las mujeres de aquellos tiempos, no opinaban cuando sus maridos conversaban con sus amigos, sus opiniones no eran tenidas en cuenta, y sus derechos se encontraban limitados por una sociedad que no las reconocía. Muy pocas eran quienes lograban escapar de esa situación, de rolles marcados. Pero aquellas mujeres, en su mayoría, eran felices porque sus necesidades estaban anestesiadas, ignorando que pudieran existir otras.

Los hombres conocían que se esperaba de ellos, y las mujeres también. Esta serie no refleja la realidad, porque incluso en situaciones cotidianas, se aleja de la vida de aquellas mujeres, cuyos objetivos estaban fuertemente delimitados.

LA SONATA DEL SILENCIO, ofrece un mal ejercicio de memoria; una obra maravillosamente ambientada, pero a la vez, profundamente distante de la cotidianidad de una clase social que se movía entre el miedo y la dignidad mal entendida, oscura y abdyecta.