Una obra maestra de la animación que triunfó sobre Rogue One en la taquilla española, tan sin precedentes como el Bomba de King Africa en su momento y que ahora es vista como un subproducto para frikis y niños adictos a los Red Bulls. Y todo por una estúpida polémica de que no dejaba desarrollar la inteligencia de los menores de tres meses fetales (y mentales). Habrase visto semejante sarta de infamias y tergiversaciones pseudocientificas. Esta cinta es toda una sensación de sensaciones caleidoscopicas, astral y de brillantes arcos emocionales y sátiras mordaces socio-politi-geolo-gili-eco-lógicas jamás visto, pura perfección únicamente comparable con inyectarse verdadera mierda en las venas (y en el venaco). Ahora solo queda el espectro del éxito que obtuvo y el resquemor de los raros, oscuros y enigmáticos personajes amorfológicos que poblaban ese extraño país de cuatro desiertos dispersos.

Ojalá hubiera existido cuando yo era niño para así desarrollar toda la potencialidad que tengo como cinéfilo de ahora. Una auténtica obra de culto, aunque no se entienda ni un cojón.