Media votos
7,0
Votos
2.208
Críticas
1.745
Listas
37
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Vivoleyendo:
8
6,3
2.217
Comedia
¿Qué significa tener una mamá bella, vital, frívola y perturbadora? Éste es el tormento que ha tenido que soportar Bruno, primogénito de Anna, desde que tenía ocho años. Todo comienza en el verano de 1971 cuando, durante la elección de la reina del balneario más famoso de todo Livorno, Anna es sorpresivamente llamada al palco y obtiene la corona de “la mamá más bella”. Esto provoca un gran revuelo en la familia Michelucci. Desde ... [+]
28 de octubre de 2011
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mamá de Bruno y Valeria era despampanantemente bella, alocada, divertida, inestable, tenía pocas luces, era torpona con las cosas que requirieran concentración o habilidad, espontánea, tan buena que se dejaba pisar por tíos gilis que la trataban como un trapo, adorable, desbordantemente cariñosa y, muy por encima de cualquier otra cosa, amaba a sus hijos.
Anna cometió montones de errores, no dio a los niños una vida estable y tranquila, cuando se separó de Mario corrían de una casa a una habitación de hotel o a un sótano atestado, encima su hermana Leda le tenía ojeriza porque estaba enamorada de Mario, pero él eligió a Anna. La tía de los chicos trataba de alejarlos de su madre, sin éxito.
Bruno conoció quizás más infierno que cielo, creció con el ceño fruncido y reía pocas veces, demasiado huraño para sentirse cómodo con tanto zarandeo, excesivamente consciente de las peleas familiares, de las idas y venidas, de las malévolas habladurías locales, cuidando de Valeria, con la que siempre estaba riñendo porque los dos tenían caracteres muy diferentes.
Bruno guarda mucho resentimiento retrospectivo, pero también tantos momentos hermosos. Por mucho que se mantuviera estirado y serio, necesitaba los abrazos de su mamá, se moría porque ella lo arrinconase con sus mimos y le dijera cuánto lo quería. Recuerda cómo los fantasmas del desencanto concedían una tregua cuando se ponían a cantar los tres juntos. Ella los animaba y bromeaba cuando se hundían hasta el fondo del pozo, con las lágrimas asomando por sus bonitos ojos pero siempre combatiéndolas con aquella energía que Bruno no sabía si procedía de su cabeza loca, de una determinación firme de plantar cara al desastre, o de un corazón inmaculado, herido pero nunca derrotado.
Bruno se ha hecho mayor y no sabe qué hacer ya con su vida, está en punto muerto, todo le provoca tedio y ganas de huir, prefiere mantenerse lejos de su madre porque la quiere tanto como se siente irritado con ella. Busca evasión en el alcohol y en las drogas. Pero la noticia de que ella está en fase terminal de una grave enfermedad lo catapulta de vuelta al pasado y el hielo empieza a derretirse.
Nunca olvidará la noche en que tuvo que convertirse en un niño mayor definitivamente. Fue cuando, en 1971, Anna fue elegida la madre más guapa de Livorno en un concurso y, a raíz de ese acontecimiento, que él siguió con su acostumbrado gesto adusto mientras Valeria aplaudía a rabiar, la familia se rompió para siempre, porque los celos del padre estallaron y el matrimonio, que ya se venía deteriorando, se separó.
No es fácil aguantar cómo los compañeros de estudios cotillean sobre tu madre en los lavabos, diciendo cosas que un hijo nunca desearía escuchar. Es rematadamente duro sobrellevar el peso de una infancia y juventud difíciles, y amarla tanto que te duelen horriblemente sus tropiezos, lo mismo que te avergüenzan.
Anna cometió montones de errores, no dio a los niños una vida estable y tranquila, cuando se separó de Mario corrían de una casa a una habitación de hotel o a un sótano atestado, encima su hermana Leda le tenía ojeriza porque estaba enamorada de Mario, pero él eligió a Anna. La tía de los chicos trataba de alejarlos de su madre, sin éxito.
Bruno conoció quizás más infierno que cielo, creció con el ceño fruncido y reía pocas veces, demasiado huraño para sentirse cómodo con tanto zarandeo, excesivamente consciente de las peleas familiares, de las idas y venidas, de las malévolas habladurías locales, cuidando de Valeria, con la que siempre estaba riñendo porque los dos tenían caracteres muy diferentes.
Bruno guarda mucho resentimiento retrospectivo, pero también tantos momentos hermosos. Por mucho que se mantuviera estirado y serio, necesitaba los abrazos de su mamá, se moría porque ella lo arrinconase con sus mimos y le dijera cuánto lo quería. Recuerda cómo los fantasmas del desencanto concedían una tregua cuando se ponían a cantar los tres juntos. Ella los animaba y bromeaba cuando se hundían hasta el fondo del pozo, con las lágrimas asomando por sus bonitos ojos pero siempre combatiéndolas con aquella energía que Bruno no sabía si procedía de su cabeza loca, de una determinación firme de plantar cara al desastre, o de un corazón inmaculado, herido pero nunca derrotado.
Bruno se ha hecho mayor y no sabe qué hacer ya con su vida, está en punto muerto, todo le provoca tedio y ganas de huir, prefiere mantenerse lejos de su madre porque la quiere tanto como se siente irritado con ella. Busca evasión en el alcohol y en las drogas. Pero la noticia de que ella está en fase terminal de una grave enfermedad lo catapulta de vuelta al pasado y el hielo empieza a derretirse.
Nunca olvidará la noche en que tuvo que convertirse en un niño mayor definitivamente. Fue cuando, en 1971, Anna fue elegida la madre más guapa de Livorno en un concurso y, a raíz de ese acontecimiento, que él siguió con su acostumbrado gesto adusto mientras Valeria aplaudía a rabiar, la familia se rompió para siempre, porque los celos del padre estallaron y el matrimonio, que ya se venía deteriorando, se separó.
No es fácil aguantar cómo los compañeros de estudios cotillean sobre tu madre en los lavabos, diciendo cosas que un hijo nunca desearía escuchar. Es rematadamente duro sobrellevar el peso de una infancia y juventud difíciles, y amarla tanto que te duelen horriblemente sus tropiezos, lo mismo que te avergüenzan.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Ahora ella se muere y toda su vida desfila como una película. Y el centro de todo es ella, que no habría podido quererlos más si hubiese tenido mejor estrella, más cerebro y más estabilidad.
Conmueve hasta rincones profundos esta comedia dramática tierna. Tal vez sea un largometraje humorístico más sobre jaleos de familia a la italiana, pero tiene algo que provoca escozor en los ojos y una presión en esa parte donde nacen los sentimientos.
Buenos actores y tragicómica historia de reconciliación en la que puede que sea la película italiana más destacada de 2010, e incluso del cine europeo del pasado año, con varios premios David de Donatello más que merecidos.
Una de las escenas que me llegaron fue la del cine. La forma en que Bruno adivina el paradero de su madre fugada del geriátrico, porque la conoce tan bien pese a la distancia que ha puesto en medio de los dos, el modo en que la mira y ese silencio cómplice y comprensivo en la penumbra de la sala, cargado de añoranza, me sacaron alguna lagrimilla.
Conmueve hasta rincones profundos esta comedia dramática tierna. Tal vez sea un largometraje humorístico más sobre jaleos de familia a la italiana, pero tiene algo que provoca escozor en los ojos y una presión en esa parte donde nacen los sentimientos.
Buenos actores y tragicómica historia de reconciliación en la que puede que sea la película italiana más destacada de 2010, e incluso del cine europeo del pasado año, con varios premios David de Donatello más que merecidos.
Una de las escenas que me llegaron fue la del cine. La forma en que Bruno adivina el paradero de su madre fugada del geriátrico, porque la conoce tan bien pese a la distancia que ha puesto en medio de los dos, el modo en que la mira y ese silencio cómplice y comprensivo en la penumbra de la sala, cargado de añoranza, me sacaron alguna lagrimilla.