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Voto de Vivoleyendo:
10
Drama. Intriga Los doce miembros de un jurado deben juzgar a un adolescente acusado de haber matado a su padre. Todos menos uno están convencidos de la culpabilidad del acusado. El que disiente intenta con sus razonamientos introducir en el debate una duda razonable que haga recapacitar a sus compañeros para que cambien el sentido de su voto. (FILMAFFINITY)
25 de marzo de 2009
37 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que tenemos aquí va mucho más lejos que la simple categoría de cine. Lo que Lumet hizo, llevando esa obra teatral a los estudios de filmación y escogiendo a doce actores soberbios, fue asestar un mandoble directo a la yugular de la justicia.
No se trata de otro drama más de tantos en los que se circula por esas salas de juzgados presididas por el honorable juez, el fiscal que encabeza la acusación, el abogado encargado de la defensa, un jurado anónimo y casi invisible, el acusado de rostro lívido y expresión cercana al desmayo, y el público oyente.
Lumet no necesitó más que a los doce miembros que iban a decidir la suerte de un joven al que no llegamos a ver, pero cuyo caso se tornará tan familiar como si hubiésemos visto al chico en acción.
Doce hombres designados como jurado popular para deliberar y pronunciarse acerca de la inocencia o la culpabilidad de un muchacho de dieciocho años acusado de cometer parricidio. Hombres a los que no les agrada en absoluto que los hayan sacado de sus quehaceres, que no se han visto jamás, que proceden de distintos ambientes y entornos socioculturales, de diversas edades y que en realidad es prácticamente nada lo que saben acerca de la persona cuya vida depende de ellos.
Formar parte de un jurado en ciertas partes de los Estados Unidos conlleva mucho más que enviar a alguien a prisión. Conlleva enviarlos a la muerte.
¿Cómo se siente uno participando en un debate en el que está en juego una vida?
Lumet hizo sobrado honor a la obra de Reginald Rose captando en toda su magnitud su tremenda esencia.
¿Se puede juzgar a la ligera? ¿Las pruebas son irrefutables? ¿Las declaraciones de los testigos son infalibles? ¿Quién puede decidir acerca de la culpabilidad, si todas las evidencias no apuntan a ello y no se está plenamente seguro?
¿Se puede vivir con una conciencia en la que pesa el haber condenado a la silla eléctrica a un ser humano? La justicia humana no tiene derecho a ejecutar a nadie… Porque entonces la justicia también cae en el asesinato. Y nosotros no tenemos derecho a quitar la vida.
¿Pueden doce hombres que viven, respiran y sienten, privar a otro de su derecho a vivir? ¿Es así de sencillo?
Lumet y Reginald Rose, quien convirtió en guión cinematográfico su propia obra, asientan, en sólo noventa minutos, el germen de la duda razonable y recrean un microcosmos social en el que cada individuo representa unos rasgos de personalidad, de estatus y de ideología idiosincrásicos y propios de su procedencia, educación, nivel cultural y desarrollo y madurez personal. Así, se obtiene un rico abanico de registros que fluctúan por las posturas más radicales, cerradas y llenas de prejuicios, por posturas que andan por el término medio, más abiertas y razonables y susceptibles a la duda, y finalmente por la luz de la razón, de la ecuanimidad y del reconocimiento de los errores humanos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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