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Voto de Vivoleyendo:
8
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Drama. Romance
Starbuck (Burt Lancaster) es un timador que engaña a la gente haciéndole creer que los molinillos de viento que vende son artefactos que alejan los tornados. Buscado en varios condados, llega a un tranquilo pueblo asolado por la sequía y decide engañar a una familia formada por un anciano (Cameron Prud'Homme) y sus tres hijos: Lizzie (Katharine Hepburn), una solterona a la que su padre y hermanos tratan desesperadamente de buscar novio; ... [+]
28 de noviembre de 2008
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Starbuck es un timador soñador y con una lengua de oro, que va vendiendo humo por todos los lugares por los que pasa. Un vividor ambulante cuyo hogar está en todas partes. Perseguido por la ley en varios Estados, Starbuck va despreocupadamente en busca de sus propios sueños, en los que nada es imposible, ni ridículo, ni descabellado. Su parafernalia de estafador no está reñida sin embargo con un buen corazón.
En un pueblo rural, Starbuck conoce a un joven ingenuo y crédulo, Jimmy Carrey, cuya familia se compone de un padre pacífico y comprensivo, de Noah, un hermano dominante y de carácter agrio nada dado a fantasear, y de Lizzie, una hermana a la que se le pasa el arroz sin que haya a las puertas perspectivas de matrimonio.
Una comedia dramática y romántica peculiar en la que Burt Lancaster se luce en un papel lleno de energía y lirismo, dotado de una labia torrencial capaz de detener las moscas al vuelo. A su alrededor, la brillante Katharine Hepburn como la acomplejada y menospreciada Lizzie, una aspirante a solterona señalada por la vecindad y a la que todos tratan de dar lecciones sobre cómo debe ser una mujer para que pueda conquistar un futuro marido. Los tópicos se le arrojan a la cara: la superficialidad, la coquetería y la zalamería de las mujeres que supuestamente tienen éxito con los hombres (cualidades que ella detesta), frente a los rasgos “no deseables” como la testarudez, el alarde de la propia inteligencia y erudición, y decir la verdad. Todo el tiempo tratan de inculcarle a Lizzie la idea de que las mujeres tienen que fingir lo que no son para poder seducir… Y Lizzie no está conforme con eso, pero se siente perpetuamente humillada y triste porque, sobre todo su intransigente hermano Noah, no para de recordarle lo poca cosa que es.
Nunca se ha sentido bonita ni deseada. Pese a estar dotada de muchas cualidades, no cesan de acribillarla con la sentencia de que no es válida como mujer, y mucho menos si no consigue pescar a un partido.
Un reflejo crítico, cargado de humor irónico y de melancolía, acerca de la carga de las mujeres en edad de merecer que ven transcurrir su juventud sin propuestas de matrimonio, y que por ese motivo son marcadas despectivamente como “solteronas”. Porque, por supuesto, la aspiración de toda fémina decente de buena familia debía consistir en tener un marido al que cuidar y una casa llena de niños, y ahí debían acabar sus sueños.
Lizzie experimenta sobre sí misma la presión de ese dedo malévolo y estricto de la censura social.
En un pueblo rural, Starbuck conoce a un joven ingenuo y crédulo, Jimmy Carrey, cuya familia se compone de un padre pacífico y comprensivo, de Noah, un hermano dominante y de carácter agrio nada dado a fantasear, y de Lizzie, una hermana a la que se le pasa el arroz sin que haya a las puertas perspectivas de matrimonio.
Una comedia dramática y romántica peculiar en la que Burt Lancaster se luce en un papel lleno de energía y lirismo, dotado de una labia torrencial capaz de detener las moscas al vuelo. A su alrededor, la brillante Katharine Hepburn como la acomplejada y menospreciada Lizzie, una aspirante a solterona señalada por la vecindad y a la que todos tratan de dar lecciones sobre cómo debe ser una mujer para que pueda conquistar un futuro marido. Los tópicos se le arrojan a la cara: la superficialidad, la coquetería y la zalamería de las mujeres que supuestamente tienen éxito con los hombres (cualidades que ella detesta), frente a los rasgos “no deseables” como la testarudez, el alarde de la propia inteligencia y erudición, y decir la verdad. Todo el tiempo tratan de inculcarle a Lizzie la idea de que las mujeres tienen que fingir lo que no son para poder seducir… Y Lizzie no está conforme con eso, pero se siente perpetuamente humillada y triste porque, sobre todo su intransigente hermano Noah, no para de recordarle lo poca cosa que es.
Nunca se ha sentido bonita ni deseada. Pese a estar dotada de muchas cualidades, no cesan de acribillarla con la sentencia de que no es válida como mujer, y mucho menos si no consigue pescar a un partido.
Un reflejo crítico, cargado de humor irónico y de melancolía, acerca de la carga de las mujeres en edad de merecer que ven transcurrir su juventud sin propuestas de matrimonio, y que por ese motivo son marcadas despectivamente como “solteronas”. Porque, por supuesto, la aspiración de toda fémina decente de buena familia debía consistir en tener un marido al que cuidar y una casa llena de niños, y ahí debían acabar sus sueños.
Lizzie experimenta sobre sí misma la presión de ese dedo malévolo y estricto de la censura social.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Para añadir más contratiempos, una terrible sequía azota a toda la comarca. La familia Carrey está perdiendo a su ganado, su fuente de sustento. Y en esos momentos aparece Starbuck, el vagabundo que regala ilusiones y lo que cada cual necesita oír. Prometiendo atraer la esquiva lluvia a cambio de cien dólares, trata de insuflar en la familia sus alocados delirios, con diversos resultados. Unos acogen el caudal de su imaginación con agrado y esperanza; otros, con escepticismo.
Y un cambio se va operando en la familia.
Porque Starbuck no ha venido a traer sólo la lluvia.
Una antológica muestra del sorprendente talento de un director para crear una especie de cuento moderno en el que no hay ilusiones que no se puedan realizar, si uno cree firmemente en ellas.
Y un cambio se va operando en la familia.
Porque Starbuck no ha venido a traer sólo la lluvia.
Una antológica muestra del sorprendente talento de un director para crear una especie de cuento moderno en el que no hay ilusiones que no se puedan realizar, si uno cree firmemente en ellas.