Una tía con fotofobia, un apartamento necesitado de una limpieza como Tarzán de un traje, mucha penumbra, una conversación telefónica no apta para narcolépticos y una lentitud que hasta para mis cánones es tediosa como ella sola. Los ocho minutos y medio se alargan hasta ser horas.
Lo del asaltante imagino que es una metáfora de la luz invadiendo como si fuese un ataque con allanamiento de morada el depresivo espacio de la mujer invisible, tan invisible que ni interesa. ¿Recreación de los que vagan como sombras por la vida? Puede que sí.
Dejémoslo en "experimento" aunque sea fallido, que nunca está de más en quien está aprendiendo a ser un director de cine que alguna vez será bueno en lo suyo.