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Voto de Vivoleyendo:
8
Documental Este aclamado documental, dirigido por dos realizadores polacos, muestra la realidad de muchos niños rusos sin hogar, en particular de un grupo que vive en la Estación de trenes de Leningradsky en Moscú. Cómo son sus vidas, sus rutinas y sus sueños rotos. Niños que para sobrevivir tienen que mendigar, robar y prostituirse. Hay unos 30.000 niños sin hogar en Moscú que duermen en escaleras, cubos de basura, estaciones del metro, entre las ... [+]
21 de julio de 2011
27 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las estadísticas son estremecedoras. Sólo en Moscú pululan unos treinta mil niños o más, abandonados por sus familias y por el Estado.
En la elegante y opulenta estación Leningradsky, de esbeltas líneas arquitectónicas, los suelos han sido tomados por los pequeños vagabundos que mendigan entre la marea de caminantes apresurados. No hay imagen más elocuente que la de esas piernas ajetreadas pasando de largo, o como mucho ofreciendo unas monedas con esa compasión automática y olvidadiza frente al espectáculo de la máxima degradación de todo sistema. Si los niños están dejados a su suerte, ¿qué puede haber peor en una sociedad?
Todo lo crudo que se pueda esperar en un documental sobre niños perdidos. No hay palabras, ni lágrimas que puedan expresar tanta terrible miseria. Ellos describen sus condiciones de vida con asoladora lucidez, la nostalgia de un hogar que no tuvieron, la añoranza de unas madres que no los quisieron, la desesperanza por un futuro que no va a venir, el miedo que nunca se marcha, buscando consuelo en la compañía de los otros niños, en esnifar pegamento, beber vodka, fumar, drogarse, aguardando el fin, ahogando sus sueños en sus ojos envejecidos, en su piel demacrada, sufriendo las mil humillaciones que caen sobre los más desamparados del mundo. La policía los maltrata y no hace nada por ellos, prostitución, pederastia, sífilis, sida. Apagarse como una vela a la que han tapado para que se ahogue inexorablemente.
Pero son niños, y sus miradas no están muertas todavía, y entre tanto adulto desalmado hay algunas personas buenas. Pero es una lucha inútil, porque un día le toca a uno, otro día a otro, y el pequeño ataúd, cuando alguno recibe el privilegio de tenerlo, significa el hundimiento de la humanidad.
El tren a ninguna parte pasa a toda velocidad, indiferente, por la estación Leningradsky.
Vivoleyendo
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