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Voto de Vivoleyendo:
8
Drama. Comedia En una familia de clase humilde, el padre y el hijo están satisfechos y se conforman con trabajar en una tienda; en cambio, la madre y la hija no dejan de urdir toda clase de estratagemas para intentar subir socialmente. Cuando la hija conoce al hombre de sus sueños, la madre arrastra al padre hacia un peligroso negocio, y planea impresionar al chico con una cena. (FILMAFFINITY)
11 de octubre de 2018
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ah, esos pueblos del profundo sur donde la segregación racial estuvo vigente hasta hace relativamente poco. No era de extrañar que los prejuicios fueran mucho más lejos que eso y que abarcaran otros ámbitos además del color de la piel. Como tener el mal gusto de no nacer con un pan bajo el brazo.
No es que los Adams vayan mendigando por las esquinas precisamente. Puestos a quejarse de ser pobres, hay millones de familias al lado de las cuales los Adams son como la realeza británica. Lo cierto es que estos modestos ciudadanos no pasan hambre, tienen un techo decente bajo el que guarecerse y ropa normal que ponerse. Pero si vives en un pueblo como South Renford, que tiene pinta de ser uno de esos reductos de la más rancia cerrazón, si tu apellido no es de abolengo, entonces da igual que te rompas los cuernos, porque no eres nadie, y nunca lo serás.
Esa es la píldora amarga que se tienen que tragar día tras día las mujeres Adams, madre e hija, a quienes los desprecios de la élite del pueblo afectan mucho más que al padre y al hijo. Mientras ellas desesperan por ascender en el escalafón, a ellos les da igual y son felices en su relegada posición. Pero en aquella sociedad de principios del siglo veinte que apenas había evolucionado desde hacía décadas, el status de las mujeres venía definido por el de los hombres, y no importaba que ellas fuesen inteligentes y refinadas y con miras elevadas, porque si ellos no lo eran, entonces las condenaban a ellas al ostracismo. Totalmente injusto pero era lo que había.
Para el espectador actual puede parecer en algunos momentos que la situación de Alice y su madre no es para tanto y que son dos quejicas (hay tantísima gente que no tiene prácticamente nada, al contrario que ellas.) Pero si uno se detiene a reflexionar sobre el contexto en el que tienen ¿la desgracia? de vivir (pueblo pacato donde todos tienen que bailar al son de los ricos), se comprende mejor. ¿Es el señor Adams un egoísta por no haber pensado en el futuro de Alice, una joven hermosa y sensible que carece de perspectivas de tener un pretendiente que le ofrezca lo que ella merece?
Por eso la señora Adams presiona a su marido implacablemente. Porque Alice no es feliz. Se muere por pertenecer a un mundo que la rechaza descaradamente y sin el menor miramiento bajo la apariencia de sus modales elegantes, un mundo de buitres disfrazados con plumas de seda.
Porque, seamos francos... ¿Quién quiere ser pobre? De acuerdo que, como dijimos, ella no es pobre de necesidad, pero lo mismo da en South Renford, porque la hacen sentirse como si lo fuera. Todo está en el color del espejo en el que te miras y en el rasero que te marcan. Si no hubiera tanto snob insufrible en el pueblo y si el resto de la población pasara de ellos, Alice podría haber sido una chica feliz y valorada.
Pero no es así, y ella tiene que emplear sus formidables armas femeninas fingiendo ser quien no es, aunque no engaña a nadie, pues su etiqueta está ahí firmemente impuesta en su sitio, a la vista de todos. Por muy bonito que sea el vestido que lleva a la fiesta de los Palmer, no es de los caros y está pasado de moda, pues no es la primera vez que lo luce. Los adornos que le ha añadido no lo ocultan.Y nadie olvida que su padre es un simple empleado de segunda categoría.
Bueno, puede que no a todos esos snobs les importen tanto esos detalles. Puede que haya alguien que aprecie las cualidades de Alice, debajo de su desesperación por agradar y aparentar que es una gran dama.
Pero hay una gran diferencia entre Alice y las damas de alcurnia que la ningunean, y es que ahí la única y verdadera dama es ella.
No tardas en descubrirlo a medida que te involucras en su lucha, que por momentos es tristemente patética (la cena organizada por la entrañable actriz que fue oscarizada pocos años después, Hattie McDaniels, es el culmen de lo ridículo, no sabes si partirte de la risa o salir por pies), y observas cómo Alice mantiene el tipo a pesar del barco que se hunde a sus pies, no como una necia señorita digna de lástima, sino como la gran mujer que es.
La gran mujer que sueña con amar y ser amada por alguien a quien respete de verdad y que la valore como ella es.
¿No es eso con lo que la mayoría sueña?
Vivoleyendo
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