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Voto de Vivoleyendo:
6
5,1
3.912
Comedia
George Webber, famoso compositor de canciones románticas, acaba de cumplir 42 años y siente los primeros síntomas de las crisis de mediana edad, entre ellas empezar a cansarse de la relación con su novia. Pero una circunstancia inesperada le ayudará a resolver el problema de modo fulminante: se cruza en la calle con Jenny, una joven vestida de novia que lo deja absolutamente fascinado. Embelesado por su belleza y sin poder dejar de ... [+]
9 de agosto de 2008
28 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Blake Edwards fue capaz de deslumbrar y remover con filmes a la altura de "Días de vino y rosas", haciéndome pasar dos de las peores horas que una película me ha proporcionado. Y también se ganó a gran parte del público mundial con comedias del tipo "Desayuno con diamantes", donde exaltaba el glamour, la frivolidad y el tópico de "chica-guapa-y-pija-busca-hombre-rico-que-la-mantenga-y-se-case-con-ella" (película que no he visto y que no me seduce en absoluto sólo con leer su argumento); o con comedias de desastres como "El guateque" (con la que me reí hasta que me dolió el estómago). Ya a finales de los setenta quiso explorar la crisis de la mediana edad y los conflictos y estereotipos entre los sexos en "10, la mujer perfecta" (un título bastante desacertado para mi criterio).
Edwards desmitifica la imagen del cuarentón promedio y lo expone a un análisis simpático y paródico, situando como protagonista a un hombre de cuarenta y dos años, George Webber, un compositor de éxito que ha llegado a un vacío existencial y a un punto muerto. Es muy patoso y casi cada vez que hace algo prácticamente hay que declarar zona catastrófica, excepto cuando compone. Edwards carga las tintas en las situaciones ridículas y extravagantes, y en las coincidencias reiterativas, despojando a su "galán" de casi todo glamour y de misterio. Él es divertido, chocante, desastroso, bebedor, a veces emplea un lenguaje sexista (desternillante la escena de la discusión con su novia acerca de las "fulanas"), un voyeur que espía a sus descocados vecinos a través de un telescopio (ellos hacen lo mismo con él) y está obsesionado con la belleza de las mujeres jóvenes. Mantiene una relación estable con Sam Taylor (Julie Andrews), una cantante de musicales teatrales, divorciada y con un hijo casi adolescente.
George experimenta su crisis con esa ansiedad de quien cree estar perdiéndose algo crucial, de quien ve escaparse su juventud y desea recuperarla en los cuerpos de las jóvenes. Su relación con Sam pasa por un mal momento y sufre muchos desencuentros y malentendidos(las escenas de las llamadas telefónicas perdidas). Y conocerá a la mujer más bella que jamás ha visto (Bo Derek), a la que seguirá los pasos en un vapuleado viaje sólo para verla.
Vacío, situaciones bochornosas, hastío de una vida que George cree insulsa, persecución de una quimera... Para tratar de descubrirse a sí mismo y terminar aprendiendo que se es más feliz cuando se valora lo que uno es y lo que se tiene, y se acepta el paso del tiempo con tranquilidad.
A destacar la elegante banda sonora con temas melódicos entre los que destacan los de piano y los interpretados por la propia Julie Andrews, y ese bolero de Ravel que cobra una significación desenfadada en esas escenas de divertido erotismo.
Edwards desmitifica la imagen del cuarentón promedio y lo expone a un análisis simpático y paródico, situando como protagonista a un hombre de cuarenta y dos años, George Webber, un compositor de éxito que ha llegado a un vacío existencial y a un punto muerto. Es muy patoso y casi cada vez que hace algo prácticamente hay que declarar zona catastrófica, excepto cuando compone. Edwards carga las tintas en las situaciones ridículas y extravagantes, y en las coincidencias reiterativas, despojando a su "galán" de casi todo glamour y de misterio. Él es divertido, chocante, desastroso, bebedor, a veces emplea un lenguaje sexista (desternillante la escena de la discusión con su novia acerca de las "fulanas"), un voyeur que espía a sus descocados vecinos a través de un telescopio (ellos hacen lo mismo con él) y está obsesionado con la belleza de las mujeres jóvenes. Mantiene una relación estable con Sam Taylor (Julie Andrews), una cantante de musicales teatrales, divorciada y con un hijo casi adolescente.
George experimenta su crisis con esa ansiedad de quien cree estar perdiéndose algo crucial, de quien ve escaparse su juventud y desea recuperarla en los cuerpos de las jóvenes. Su relación con Sam pasa por un mal momento y sufre muchos desencuentros y malentendidos(las escenas de las llamadas telefónicas perdidas). Y conocerá a la mujer más bella que jamás ha visto (Bo Derek), a la que seguirá los pasos en un vapuleado viaje sólo para verla.
Vacío, situaciones bochornosas, hastío de una vida que George cree insulsa, persecución de una quimera... Para tratar de descubrirse a sí mismo y terminar aprendiendo que se es más feliz cuando se valora lo que uno es y lo que se tiene, y se acepta el paso del tiempo con tranquilidad.
A destacar la elegante banda sonora con temas melódicos entre los que destacan los de piano y los interpretados por la propia Julie Andrews, y ese bolero de Ravel que cobra una significación desenfadada en esas escenas de divertido erotismo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La fotografía se caracteriza por seguir las torpes andanzas de George y sus malentendidos con Sam, la desinhibición de sus vecinos y la recreación de las fantasías sexuales, con la exhibición de una abundancia de desnudos.
Comedia entretenida que busca la risa a través del exceso de momentos absurdos y de contratiempos con los que el protagonista continuamente se topa, y que no deja de tener su punto interesante en los diálogos, sazonados con agudas observaciones que Edwards recalca con intención acerca de los sexos, las relaciones, la liberación femenina, los tópicos sexistas...
Una revisión sin complicaciones y sin complejos sobre la guerra de sexos y las crisis de la madurez.
Comedia entretenida que busca la risa a través del exceso de momentos absurdos y de contratiempos con los que el protagonista continuamente se topa, y que no deja de tener su punto interesante en los diálogos, sazonados con agudas observaciones que Edwards recalca con intención acerca de los sexos, las relaciones, la liberación femenina, los tópicos sexistas...
Una revisión sin complicaciones y sin complejos sobre la guerra de sexos y las crisis de la madurez.