Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Vivoleyendo:
6
Intriga. Drama. Thriller Adaptación de un cuento de Julio Cortázar que narra la historia de Thomas (David Hemmings), un fotógrafo de moda que, tras realizar unas tomas en un parque londinense, descubre al revelarlas una forma irreconocible que resulta ser algo tan turbador como inesperado. (FILMAFFINITY)
16 de octubre de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aquí tenemos la vida insustancial de lo más parecido a un voyeur profesional que entre sesiones de fotos, cigarrillos, porros, copas y polvos entre vestidos de diseño vaga por las calles grises de un Londres desangelado, del que no aparece ni una sola imagen de postal, cubierto por un cielo perpetuamente encapotado. El sol brilla por su ausencia en ese verano desabrido. Las ciudades de Antonioni son siempre tristes, frías, con un punto de hostilidad o de simple indiferencia. Cemento, cristal, herrumbre, escombros, asfalto. Ni siquiera el verdor de los parques consigue desterrar esa sensación de soledad perenne, de hastío, la futilidad de esas vidas que transcurren sin pena ni gloria por la jungla urbana. Multitudes que se aburren en sus idas y venidas, o que presencian un concierto de rock como quien asiste a un funeral. Grupos de mimos ambulantes montados en jeeps corren por las calles formando alboroto, alterando el letargo ambiente, emulando gestos. ¿Quiénes son los mimos, ellos o los transeúntes que se desperdician en una pobre imitación?
Modelos esqueléticas (qué grima ver esas costillas y esos huesos prominentes debajo de tan escasa carne) posan como autómatas frente a la cámara de nuestro antipático Thomas, que las trata como a felpudos y ellas, por supuesto, se dejan pisar de esa manera patética de quien hace lo que sea para subirse a la cresta de esa ola a la que todos quieren llegar. Y total, la cumbre no es para tanto. Es igual de aburrido o más, pero con pasta. Supongo que si se tiene pasta, aburrirse tiene más estilo.
Pero entonces, Thomas es golpeado por una instantánea de lo que podríamos llamar incursión en la cruda realidad, con una atractiva y enigmática Vanessa Redgrave, que al menos no está tan flaca como las otras. Por fin a Peeping Tom le sucede algo que intuye como un suceso que trasciende la monotonía de los días lisérgicos de Londres. Un atisbo de que el mundo no es solamente un escenario para el objetivo de su cámara. Ahí fuera hay crueldad sin medida, hay pasiones incontrolables, hay muerte. Thomas puede ser un capullo integral, pero cae de su pedestal de vacuidad, al menos momentáneamente, al sentirse sacudido por esas insólitas imágenes en unas fotos tomadas por casualidad, con las que viola la privacidad de una pareja que en apariencia se encontraba inofensivamente en un parque.
Tal vez el misterio de las fotos no sea más que una excusa para introducir subrepticiamente un tema siempre vigente. El voyeurismo de esta sociedad que fisgonea el mundo a través de la pantalla, o del objetivo, invadiendo intimidades con hambre carroñera, y espectadora a menudo ajena e insensible a la tragedia que, hasta que no llama a la puerta, suele ser ignorada.
Vivoleyendo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow