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Voto de Vivoleyendo:
4
Drama. Romance Philip, un estudiante de medicina, se enamora perdidamente de una camarera llamada Mildred. Ella, que le hace creer que también lo ama, ejerce sobre el joven un influjo tan poderoso que, a pesar de las humillaciones y desprecios a que lo somete, vuelve con ella una y otra vez. Esta situación de inestabilidad lo lleva a fracasar en los estudios, pero entonces empieza a comprender cuáles son las verdaderas intenciones de Mildred. (FILMAFFINITY) [+]
25 de octubre de 2018
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No dudo de que la novela debe de ser buena, eso seguro, pero lo que es la película, pese a su brevedad, se me ha hecho aburrida, pesada, irritante y vacía.
Aburrida, porque mi mente se iba de la película cada pocos segundos. He tenido que realizar un esfuerzo considerable para mantener la atención.
Pesada, porque parecía que no se iba a terminar nunca.
Irritante, porque no he empatizado con nadie y unos cuantos personajes me han caído muy gordos.
Vacía, porque no profundiza en nada de lo que trata ni en nadie.
Se desarrolla a trompicones, con unos saltos temporales tan grandes entre escena y escena que una no sabe por qué ni cómo han pasado las cosas. Lo único que sé de Philip Carey es que es un pintor frustrado, que tiene por ahí un tío forrado y que es tonto del culo. Y no me interesa en absoluto como personaje, no digamos ya como protagonista. Lo cual para mí es uno de los mayores crímenes de una peli.
Por otro lado, Bette Davis, que es la única con una actuación digna de ser reconocida, interpreta uno de sus primeros roles de bruja, los que la harían tan famosa. Mildred no tiene la culpa de que su babeante pretendiente sea un pringao, después de todo ella le pone las cartas sobre la mesa desde el principio, le deja claro que es una petarda y que lo desprecia (tanto por la malformación de su pie como por su lastimosa docilidad y su falta de dinero), y él es mayorcito para darse cuenta de que la chica lo único que pretende es tenerlo ahí como felpudo o como sujeto de prácticas para su mala leche.
No voy a cuestionar las razones por las que un individuo que aparentemente tiene algún dedo de frente (aunque visto lo visto, está claro que las apariencias engañan) se enamora de semejante pájara (ya sabemos de sobra que “el corazón tiene razones que la razón no entiende.”) Si me hubieran presentado el “romance” con una dosis suficiente de profundidad y algún ingrediente con el que poder empatizar, me habría involucrado. Pero no. Sólo veo a un tío con cara de pasmao al que parece que le gusta que le den caña (y sinceramente, se merece todo lo que le pasa), y a una tía desequilibrada que tiene la ¿suerte? de toparse con el nota más tonto en un amplio radio. Ella es de esas personas a las que por un lado les gusta tener a un pardillo al que maltratar (y al que siempre pondrá el caramelo en la boca para quitárselo antes de que lo cate), y por otro a un abusón con dinero (o que hace como que lo tiene) que la dejará tirada después de habérsela tirado (valga la homonimia), al igual que ella deja en la estacada a Philip cuando le viene en gana.
Él por idiota, y ella por insoportable, lo cierto es que yo no sabía qué era peor.
Pero Philip tampoco era un santito (un par de comentarios suyos muy chungos y el hecho de hacer daño a una buena mujer como Norah me dieron a entrever que no era tan buena persona como hacía creer.) Cada vez me caía peor el tipo.
Entiendo que Bette llamara la atención. Era muy joven y tenía ese atractivo felino que crecería con los años. La diva aprueba.
Pero Leslie Howard, un suspenso. Aunque él no tendría la culpa, con semejante soserío de material con el que tuvo que apañárselas.
Vivoleyendo
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