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Voto de Vivoleyendo:
9
Drama Adaptación de un drama de Tennessee Williams. Un pastor protestante (Burton), expulsado de su iglesia, trabaja en México como guía turístico, dirigiendo excursiones formadas sobre todo por americanas maduras. En una de ellas es víctima de los intentos de seducción de una sensual jovencita, lo que le granjea la animadversión de las demás mujeres. Finalmente, el grupo llega a un hotel regentado por una vieja amiga suya (Ava Gardner). (FILMAFFINITY) [+]
14 de abril de 2010
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tennessee era de lo mejor que ha dado el género teatral. Un genio que, como esas almas errantes que aparecen en sus obras y que no son otra cosa que reflejos de sí mismo, llegaba todo lo lejos que su cuerda le permitía. Todos somos como esa iguana atada, que no puede andar más allá del extremo de la cuerda que la retiene. A menos que Dios juegue a ser Dios y la libere.
Los elementos comunes que nunca faltaban en un pulsante drama de Williams eran el calor tórrido, la adicción a la sustancias que proporcionan evasión (el alcohol sobre todo) y los espíritus alborotados y en continua búsqueda. El dramaturgo se retrataba, pedazo aquí pedazo allá, con recurrente insistencia y con una sagaz, irónica, despiadada y agridulce introspección.
El gran artista consumido por sus diablos interiores resultó ser uno de los más lúcidos visionarios del dolor humano.
Una obra de la magnitud de “La noche de la iguana” significaba un desafío nada nimio para quien se interesara en llevarla al cine. Williams era un reto espléndido para cualquier director que soñara con aunar literatura y cine en una fusión gloriosa. Otros ya habían ofrecido su admirado tributo al insigne dramaturgo con rendido respeto a la esencia de sus creaciones, como Elia Kazan (“Un tranvía llamado deseo”), Joseph L. Mankiewicz (“De repente, el último verano”) o Richard Brooks (“La gata sobre el tejado de zinc”).
Huston también se atrevió a hincarle el diente. Sabía que debería estar a la altura. Y lo estuvo. Vaya si lo estuvo. Su película es de lleno el universo Tennessee. Y nos atrae a él como la serpiente es atraída por la flauta del encantador.
Para comenzar con los puntos fuertes, tenemos ante nosotros una fotografía de lujo. Un blanco y negro límpido y osado, tan mórbido como poético, tan exuberante como casi ascético. Un objetivo atrevido, descarado, franco, que sabe cuándo coger el toro por los cuernos y cuándo entrar en la sutileza y en la discreción.
Y para seguir con los elogios, está un Richard Burton que clava al descreído reverendo Shannon con toda la ácida comicidad de un personaje a medio camino entre las dudas de fe, la autodestrucción y el gusto por los placeres mundanos. Con esos matices de humor del fracasado que opta por reírse de su sombra, Shannon es el antihéroe desaliñado de mente y de cuerpo, que destila un magnetismo casi animal, rotundo. Una muy lograda caracterización para un personaje medio derrotado, medio vividor que no puede sustraerse a la belleza, ni a las tretas hábiles del escape que se halla en el fondo de una botella.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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