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Voto de Vivoleyendo:
8
Drama Basada en las memorias escritas por Philippe Petit (Joseph Gordon-Levitt), un funambulista francés que, en 1974, guiado por su mentor Papa Rudy (Ben Kingsley), se propuso un reto nunca antes realizado: recorrer sobre un cable el espacio que separaba las Torres Gemelas de Nueva York. (FILMAFFINITY)
20 de octubre de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué sentiría Philippe Petit al enterarse de la terrible noticia? ¿Que sus queridas Torres Gemelas, con las que hizo historia, habían dejado de existir de la noche a la mañana?
Cuesta asimilar que ni siquiera aquellos símbolos de la era contemporánea estaban a salvo de la destrucción. Te hace percatarte de la extrema fragilidad del mundo. Y no digamos ya de la tenue línea que separa la vida de la muerte.
El derrumbe de las Torres simboliza en cierto modo la gesta de Petit, quien en cualquier instante de su largo recorrido por aquel cable de acero podría haber caído al vacío desde más de cuatrocientos metros de altitud.
Muchos pensarían que lo que él hizo fue una locura, un acto descabellado de exhibicionismo que podría haber acabado en tragedia, para disgusto (¿o cierto deleite morboso?) de los transeúntes de Manhattan. ¿Qué lo impulsó a arriesgar su vida y a desafiar a la autoridad portuaria de Nueva York y Nueva Jersey por cuarenta y cinco minutos de espectáculo que la gran mayoría de los espectadores verían a duras penas desde tan abajo?
Algo así como los alpinistas que escalan los ochomiles. La pasión por el peligro y la emoción extrema puede superar al instinto de conservación. Para algunos, es locura. Para otros, es una hazaña. Y para otros, es ambas cosas.
Yo me incluyo en el tercer grupo.
La historia del funambulista francés obsesionado con el más icónico símbolo, por partida doble, de la civilización occidental, está narrada en primera persona con encanto y un ritmo entretenido. Desde la vocación incomprendida que se despertó en su niñez, pasando por la obstinada perseverancia que lo condujo a la ruptura con su familia y sus contactos con el mundillo circense, del que aprendió las técnicas que lo ayudarían en el éxito de su aventura neoyorquina, observamos a un joven bohemio que actúa en las calles por el puro placer de ejercitar sus habilidades, más que por atraer multitudes. Philippe Petit no estaba enamorado de un público ante el que se sentía tenso. Tal vez por ello eligió caminar por cuerdas cada vez más altas, porque cuanto más alto, menos veía a los espectadores que lo distraían de su concentración. Y por fin, encontró el gran objetivo de su vida. Los rascacielos más altos del mundo y relativamente cerca el uno del otro, entre los que podría tender su cuerda. Su oportunidad definitiva. Su sueño.
La excelente fotografía causa una punzada al colocar ante nuestros ojos las desaparecidas Torres Gemelas, tan reales. La punzada de la pérdida, de lo irrecuperable.
Como aquella mañana de agosto de 1974 en la que un joven chiflado caminó por el cielo.
Vivoleyendo
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