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Voto de Vivoleyendo:
7
Drama Evelyn (Rachel Weisz) es una estudiante de arte, atractiva y temperamental, que está entregada en cuerpo y alma a preparar el proyecto final para su tesis. Adam (Paul Rudd) es su novio, y está loco por ella. Está dispuesto a cambiar cualquier rasgo de su persona con tal de gustarle más a Evelyn. Si él antes era un chico más bien aburrido y algo anodino, ahora ha ganado en atractivo y ha empezado a hacerse popular en el campus ... [+]
23 de julio de 2010
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película ácida, muy ácida, que descoloca.
LaBute experimenta, como su protagonista, con los bordes entre lo moral y lo amoral con los que flirtea el arte. Aunque sería más acertado reflexionar sobre si en el arte cabe la moralidad, o si está exento de ella, disculpado, por su propia definición, de atenerse a unos límites.
Se me ocurren algunos ejemplos reales. Está el llamado “Doctor Muerte”, Günther von Hagens, que transforma en esculturas cadáveres humanos y ha abierto al público sus exposiciones. También leí sobre un perro al que se dejó morir de hambre en un museo, atado a una cuerda y con la comida fuera de su alcance.
¿Arte, o monstruosidad? ¿Está justificado cualquier procedimiento para alcanzar un fin estético o algo por el estilo?
La moralidad es relativa, cambiante con los tiempos, las culturas, las comunidades. Incluso cada persona se moldea su concepción íntima de la misma. Supongo que la establecemos para marcar unas fronteras, unos límites, eso que conocemos como conciencia, principios.
Por eso, cuando observamos que algún acto avanza más lejos de cualquier atadura moral, cada uno sufrirá como testigo una reacción en su interior acorde con sus principios. Unos se horrorizarán, condenarán, despreciarán al autor. Otros se fascinarán, sucumbirán al morbo o a esa sensación que toca lo prohibido. Caben muchos tipos de respuesta, tantas como cada persona sea testigo del espectáculo polémico.
Una se da cuenta de que LaBute experimenta también con las reacciones del espectador, le provoca una respuesta inevitable. Aunque mi razón me conduce a la comprensión de lo que he visto, a la reflexión, que es lo que he hecho en esta crítica, sin embargo mi reacción primaria ya quedó registrada, definida, según mi manera de ser. Sé muy bien qué sentí, aunque mi parte racional estuviera trabajando por otro lado. Pero lo sentí, y muy vivamente. Y ahí estriba el punto más candente de esta película. Lo que motiva la polémica.
En esta ocasión no voy a revelar dichos sentimientos, porque la película juega precisamente con eso, y cada uno debe vivirlos a su manera. Pero estoy segura de que al final las reacciones son como las de los asistentes a un museo controvertido.
Unos detestarán. Otros se fascinarán. Otros se quedarán a medias.
Después de todo… ¿No es lo que hacemos continuamente? Cuando evaluamos el arte (y recordemos que el cine es arte)… ¿No lo hacemos en base a lo que nos provoca? No podemos separar la subjetividad de las manifestaciones artísticas. Las entrañas se implican en mayor o menor grado.
Un agudo mazazo sobre lo que es el arte, sobre su licitud, sobre su moralidad/amoralidad, sobre su infinita capacidad para controlar y manipular, y sobre lo indefensos que somos cuando se trata de lo que tenemos agarrado a las vísceras.
Vivoleyendo
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