La saga de vampiros y licántropos con la humana Bella Swan en el centro, adquiere madurez. Los personajes evolucionan, toman sus decisiones y maduran. Los posibles titubeos, reacciones incontroladas e inadaptación de los primeros tiempos, han dado paso a una firmeza cada vez mayor en las elecciones adoptadas y en los caminos seguidos.
Bella sabe perfectamente lo que quiere, y la vida que desea.
Edward no trata ya de resistirse al amor de Bella, a menos que sea ella la que decida dejarle. Ya probó el infierno de alejarse en contra de los sentimientos de ambos y fue desastroso. Así que ya no intentará volver a apartarse de ella.
Jacob también la ama sin remedio posible, y lo asume.
Los Cullen se mantienen como una piña alrededor de Bella. Es la elegida de Edward, así que ellos también madurarán aún más (demostrando que incluso entre los inmortales vampiros también es posible crecer por dentro, ya que no pueden cambiar por fuera). Cada vez más implicados afectivamente con la chica, se acostumbran de tal modo a su presencia y a salvaguardar su seguridad, que se sienten ya cómodos y naturales y dominan admirablemente sus naturales impulsos.
La voluntad general de colaboración por una causa común, tanto por parte de los vampiros, como por parte de los licántropos, establece una tregua que avanza más allá del simple pacto que habían establecido siglos atrás. Ahora están juntos en un objetivo: seguir protegiendo a Bella, y luchar por librar a la región de una repentina horda de vampiros neófitos que están apareciendo, causando estragos.
Unos y otros están dando un paso que habría sido impensable en otra época. Poco a poco la repulsión instintiva entre ambas razas y los fuertes prejuicios ceden el lugar al respeto. Respeto entre los Cullen (posiblemente el grupo de vampiros más civilizado y humano que existe) y sus enemigos naturales, los hombres lobo. Saltando la barrera de las enemistades dictadas por sus naturalezas, todos se humanizan más de lo que lo habían hecho nunca.
Bella, la patosa y tímida Bella, que se ve fuera de lugar en todas partes (excepto en el mundo donde esté Edward), efectivamente, por encima de sus fragilidades humanas, posee algún rasgo de enorme fuerza. Porque no sólo es capaz de enamorar de por vida a dos chicos de excepcionales cualidades, y ganarse el cariño verdadero de sus amigos, sino de unir a razas enfrentadas, y preocuparse por el bienestar de todos, sean humanos o no. A lo mejor algo de eso notaron los Vulturis, la élite de la decadente aristocracia vampírica, al toparse con la particular chica y sentir inmediatamente que había algo en ella que ellos ambicionaron en el acto. Algún poder inusitado que se manifestaría al transformarla. Algo que no se trataría simplemente del hecho sorprendente de que Bella sea inmune a ciertos poderes que otros intentaran ejercer sobre ella.