La historia se repite incesantemente a lo largo de los tiempos.
Chico y chica se enamoran, se entregan al abrazo de la pasión sin medir las consecuencias, y finalmente la chica se queda en la estacada, con su amor perdido y con embarazo de por medio.
Hay lugares en los que una muchacha soltera embarazada, sobre todo si es de buena familia, es sinónimo de vergüenza pública. Tanto se teme al qué dirán, que ese temor superará el orden lógico de los acontecimientos y los implicados tomarán las decisiones más antinaturales y hasta crueles, pero socialmente muy convenientes. Así, lamentablemente, están las cosas.
"Susan Slade" es un melodrama de factura que no pasa de correcta, pero tierno y agradable de ver, sobre los tropezones y el accidentado proceso de madurez de la joven cuyo nombre da título a la película. Obtenido de la novela de Doris Hume, narra las vicisitudes de una pequeña familia, los Slade, cuyo patriarca por fin va a disfrutar de una merecida jubilación tras su dura dedicación a unas lejanas y retiradas minas chilenas. Después de un prolongado aislamiento en el desierto de Atacama, regresan a Estados Unidos para instalarse holgadamente en California.
En el viaje de regreso, Susan, la hija, conoce a un apuesto alpinista y el flechazo es fulminante... Y ahí darán comienzo todos los futuros problemas. El compromiso no se concreta, él está demasiado dedicado a su afición y permanecerá lejos de su enamorada... Y al final el secreto estallará y sumirá a la pobre muchacha en una situación desesperada. Sus padres intentarán solucionarla del modo más razonable que se les ocurre...
Y mientras tanto, por el corazón de Susan podría estar rondando un nuevo, vacilante e improbable amor...
Con aquella pátina luminosa del Technicolor, la promoción de caras bonitas en el panorama de Hollywood, y un argumento de amores rotos y dilemas familiares, Delmer Daves contribuyó con su granito de arena a una época de cierto esplendor de fuegos artificiales que quedó cerrada para siempre tras aquellos años.