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Voto de Vivoleyendo:
9
Drama Adaptación de la novela de Henry James "Washington Square". Dominada por un padre cruel y autoritario, Catherine Sloper, una rica heredera, tímida, inocente poco agraciada y no muy joven parece destinada a la soltería. Pero, inesperadamente, aparece en su vida Morris Towsend, un joven apuesto que la somete a un apasionado asedio amoroso. (FILMAFFINITY)
28 de octubre de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jennifer Jason Leigh no es Olivia de Havilland, aunque lo hace francamente bien en este remake, eso no se le puede negar. Es una notable Catherine Sloper. Pero es difícil que alguien alcance el nivel de genialidad que logró la ahora centenaria actriz cuando interpretó a la dama neoyorquina en la versión de 1949. Su sutil transformación en la pantalla resultaba pasmosa, asombrosa, espeluznante. Puede que la versión cinematográfica de William Wyler no sea la más fiel a la novela de Henry James, pero ofrece una imagen fascinante de una mujer del siglo diecinueve lastrada por la carga de ser una rica heredera que ha sido vapuleada psicológicamente por su padre durante toda su vida porque su madre murió al traerla al mundo.
Irónicamente, tanto la novela como su protagonista comparten el hecho de que ninguna de las dos fue muy querida por su padre, o por su creador. El escritor sentía poca estima por su propio libro, como el doctor Sloper por su hija.
Una injusta infravaloración. Y es que tal como la pintan, yo no creo que Catherine fuese realmente fea, ni obtusa. Fue su padre quien la convenció de que lo era. No paró de compararla con el parangón que supuestamente su madre había sido, colocándole un listón inalcanzable, movido por el resentimiento hacia una pobre niña que no tenía la culpa de nada. La convirtió en una chica insegura con una baja autoestima y que actuaba con torpeza porque, hiciera lo que hiciera, se encontraba con el muro de la desaprobación paterna. Cuanto más se esforzaba ella por ser obsequiosa, atenta y obediente, buscando ganarse el afecto del doctor, más se interponía el obstáculo de su desprecio.
Si a una pobre criatura se le espeta frecuentemente que carece de belleza y de inteligencia y su único atributo atractivo es la fortuna que va a heredar, y además semejante humillación no permanece únicamente en el plano doméstico sino que es cantada a los cuatro vientos, y la persona que comete esa crueldad con la criatura es precisamente la figura que más influencia ejerce sobre ella, es lógico que ese niño o esa niña crezca como un patito feo, creyéndose insignificante, aterrorizado/a ante cualquier situación en la que se sienta expuesto/a. Se origina un círculo vicioso cuya única salida desesperada, a los ojos del chico o de la chica, es ser lo más complaciente posible, con la esperanza de ser aceptado/a y amado/a.
Y así, con el corazón y la autoconfianza pisoteados pero todavía conservando la esperanza de ganarse un poco de afecto y respeto, se hará mayor sintiéndose por debajo de los demás, que siempre son más guapos, más listos, más capaces y más hábiles. Intentará por todos los medios hacerse invisible, pero en el fondo, secretamente, espera que alguien venga a su rescate.
Y eso es precisamente lo que Morris Townsend pretende hacer. Es un joven que representa lo opuesto a Catherine (o eso es lo que el doctor Sloper sentencia.) Es apuesto, con cerebro, desenvuelto, calculador y pobre. Movido por la ambición, detecta inmediatamente el filón y comienza a cortejar persistentemente a la tímida heredera, la cual cede deslumbrada ante la inaudita circunstancia de ser el objeto romántico de un caballero que no resulta en absoluto repulsivo. La tía de Catherine, Lavinia, apadrina la relación desde el principio y hace cuanto puede por protegerla, movida quizás también por algún prohibido deseo imposible hacia el muchacho, al haber llegado a la madurez sin haber visto realizadas sus aspiraciones románticas al lado de su esposo ya fallecido, un reverendo que más que probablemente no satisfizo el ideal amoroso de Lavinia.
Se insinúa con la suficiente ambigüedad (al menos en la versión de Agnieszka Holland) que las intenciones de Morris y Lavinia al actuar como lo hacen no son muy nobles, pero tampoco son del todo despreciables, teniendo presente el contexto de sus circunstancias personales y sociales. Ni él es un enamorado incondicional, ni ella actúa por puro altruismo. Pero eso no significa que Lavinia no quiera a Catherine con todo el cariño de una tía hacia su sobrina, ni que el pretendiente no llegue a sentir ternura y deseo carnal por su novia, la cual tiene el lustre de la juventud y una pasión entre intensa y culpable, dividida entre su naturaleza fogosa, su complejo de inferioridad y su temor al pecado y la desobediencia.
Sigue en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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