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Voto de Vivoleyendo:
7
Drama Tres historias sobre la infancia en tres puntos del planeta, México, Cuba y Marruecos. Tres narraciones sobre la ausencia del padre y la necesidad de recuperarlo. Prisciliano (Adrián Alonso) es un niño michoacano cuyo padre (Ignacio Guadalupe) se ha ido como "espalda mojada" a Estados Unidos en busca de fortuna. El chiquillo, que vive con sus hermanos pequeños y su atribulada madre (Bauche) no está satisfecho con su nuevo papel de ... [+]
23 de julio de 2008
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Peliagudo tema de actualidad el de la emigración y la inmigración. Y Gustavo Loza lo aborda con un toque suavemente sensitivo teñido de dureza que no desdeña alguna leve intervención de lo sobrenatural, centrando sus tres historias en tres niños de distintos puntos del planeta.
Loza tal vez se dio cuenta de que se podía narrar, desde una perspectiva infantil soñadora e inocente, el drama y la lacra social de la emigración motivada por las dificultades económicas y las aspiraciones de aportar a la familia un bienestar y una calidad de vida superior.
Para llevar a cabo su proyecto, escogió tres lugares fronterizos.
Una pobre aldea al norte de México a orillas de ese mismo río Bravo que el director de cine Howard Hawks inmortalizó en su legendaria película homónima, y que actúa como línea divisoria entre Estados Unidos y México.
La Habana, capital de Cuba, a orillas del mar Caribe y cercana al estado de Florida, también en Estados Unidos.
Y Tánger, al norte de Marruecos y situada a orillas del Atlántico, en el Estrecho de Gibraltar, muy cerca de España.
Dos niños y una niña, cada uno procedente de alguno de los lugares descritos, y pese a no saber de la existencia de los otros, están unidos por un propósito común: el anhelo de encontrar a su padre ausente.
Gustavo Loza no nos relata el viaje ni las vicisitudes sobreentendidas de los que se marchan. Nos relata la desazón y la añoranza de los que se quedan. Y ninguno hará tan patente su nostalgia, ni dará tanta rienda suelta a sus sentimientos, como los hijos, demasiado pequeños para haber aprendido a disimular su pena o a rendirse ante lo inevitable.
El coraje nace de las entrañas de estos pequeños que no se resignan ante su situación, imbuidos de esa especie de temor supersticioso a la pérdida definitiva, tocados por la convicción de que sus padres no regresarán nunca a menos que ellos acudan como ángeles guardianes y salvadores que, con su sola presencia, pudieran proteger a sus progenitores de todo mal y traerlos de vuelta sanos y salvos.
Porque ellos no quieren entender que algo tan fútil como los bienes materiales pueda separar a personas que se aman tanto, o que impulsen a alguien a dejarlo todo atrás y buscar fortuna en territorio desconocido.
Seguiremos a Prisciliano, a Ángel y a Fátima a través de su obstinación y de su irrompible determinación, y los veremos afrontar los mayores riesgos en pos de un horizonte inseguro que representa la esperanza y el reencuentro. Los seguiremos a través de un duro y tierno proceso de madurez en el que se demuestra que no hay mayor valentía, ni mayor temple, que los de un niño que persigue el más hermoso sueño de su vida.
Vivoleyendo
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