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Voto de Vivoleyendo:
8
Thriller. Intriga En el verano de 1954, los agentes judiciales Teddy Daniels (DiCaprio) y Chuck Aule (Ruffalo) son destinados a una remota isla del puerto de Boston para investigar la desaparición de una peligrosa asesina (Mortimer) que estaba recluida en el hospital psiquiátrico Ashecliffe, un centro penitenciario para criminales perturbados dirigido por el siniestro doctor John Cawley (Kingsley). Pronto descubrirán que el centro guarda muchos secretos ... [+]
10 de octubre de 2010
28 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mejor recomendación que puedo ofrecer a la hora de ver esta película es verla sin saber nada de ella. No leer críticas a priori. A estas alturas es un poco ingenuo sugerir algo así, lo sé. Pero, sin embargo, todavía es posible; sobre todo para los que, como yo, prefieren enfrentarse al cine como si éste fuese una caja de sorpresas en la que no figuran pistas, o muy escasas, acerca de su contenido. Una caja totalmente blanca y lisa, que puede ser como la caja de Pandora: al abrirla, puede saltar lo más inesperado. No siempre se puede ir con ese planteamiento, desde luego, pero en thrillers de este tipo, es la mejor manera de disfrutarlos. Como ya he dicho alguna vez antes, ir virgen. A eso, claro, hay que añadir el grado en que uno siente enganche hacia el film una vez empezado, cómo uno se involucra en el juego propuesto. Porque una de las virtudes del cine es que es como un juego de prestidigitación, de ilusionismo en el que la clave es dejarse engañar, dejarse sumergir sin ningún esfuerzo, sin resistencia. Si una película lo logra con nosotros, enhorabuena; vamos a pasarlo realmente mal, o realmente bien, que para el caso vienen a ser algo muy similar ante la gran pantalla.
Yo la vi ayer sin haber escuchado comentarios, sin haber leído información, sin haber consultado críticas. Yo soy de las que buscan la información a posteriori, para no dejarme contaminar. En ocasiones no se puede evitar oír y ver cosas por accidente cuando se vive en un entorno sobresaturado de datos, pero sí, es viable que haya pasado tanto tiempo desde el lanzamiento de “Shutter Island” y que algunos espectadores potenciales acudamos a verla vírgenes. O casi. Hoy día es difícil que algo sorprenda o que no tire por lo trillado. No sé qué impresión se llevarán otros espectadores más avezados o más duros que yo, pero a mí Scorsese me ha llevado de calle por donde ha querido. Y bendito sea. Y se puede considerar satisfecho porque probablemente es algo que le hará feliz, saber que hipnotiza a una buena parte de su audiencia.
Me ha sumergido en dos horas de tensión, intriga, en los túneles de la mente. Shutter Island es ese tipo de lugar que nadie quiere nombrar siquiera, donde se encierra lo inadmisible, lo que queremos silenciar y desterrar porque nos recuerda que la mente es un laberinto sin solución, sin camino de salida. Scorsese no es Lynch, pero refleja también, en su estilo, un submundo angustioso, incómodo, de arenas movedizas encerradas detrás de unos barrotes que creemos sólidos, detrás de unos muros que, eso deseamos, nos tapan la visión del otro lado.
Nuestros desechos humanos herméticamente encerrados en una isla casi inaccesible y absolutamente inhóspita, para hacernos la ilusión de que todo marcha bien, de que cerrando los ojos los problemas no existen, los traumas se borran, las heridas del alma se curan sin dejar marca, las averías del cerebro se esfuman solas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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