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Voto de Vivoleyendo:
9
Drama. Romance David, recién salido de la cárcel, y Maggie, que ignora quien es el padre del hijo que espera, deciden unir sus destinos cuando tropiezan el uno con el otro en una estación ferroviaria. (FILMAFFINITY)
30 de abril de 2011
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es muy interesante ver al gran genio en sus inicios. Con unos veintiocho años y con su primera película, “Crisis”, realizada poco antes, el bisoño hijo del pastor luterano sentaba los cimientos de una sólida trayectoria. Bebiendo del neorrealismo italiano, todavía era muy sobrio en el estilo y narraba sin estridencia las desdichas de los menos favorecidos de la sociedad, aprovechando de paso para denunciar con energía bastantes de los defectos y barreras que los decentes patriotas suecos nunca reconocían. Ni la avanzada Suecia se libra de hipocresías, injusticias y ratas de toda especie. El beligerante y espiritualmente inquieto Bergman quería encargarse de que el público no se engañara o de que ratificara lo que ya sabía.
Pero aún era muy benévolo con sus protagonistas. Sus tormentos vienen mucho más de fuera que de dentro, de los obstáculos que una comunidad pacatamente puritana y cerrada interpone ante los que no se mueven dentro de sus estrictos patrones. Los enamorados amantes se alzan como héroes del amor que luchan con bravura para labrarse un lugar en el que ya no sean señalados. Sus esfuerzos y reveses los congracian con el espectador y éste prácticamente llega a rezar por la realización de los sueños de David y Maggi. Bergman dejó respirar a sus personajes y les permitió degustar felicidad y buena ventura entre las desdichas. Había esperanza. Mientras se tuvieran el uno al otro, todo se podía conseguir. Daba igual que lloviera sobre sus cabezas desguarecidas, porque marchaban hacia el vasto horizonte y bastaba con un paraguas. El camino era arduo, pero no estaba truncado y era seguro que conduciría a alguna parte.
La tortura psicológica propia de la evolución posterior en la carrera del sueco se atisbaba lejana, pero ya se iban incluyendo elementos que se desarrollarían más tarde con enorme potencia. Una tristeza inefable en algunos monólogos y diálogos, algunas reflexiones amargas y duras y de profundo calado que sutilmente marcaban unos pilares con los que poco después Bergman se desmarcaría por completo de toda corriente cinematográfica.
Como mirar la tierna foto de Primera Comunión de una de esas figuras de relumbrón que de adultos impresionan o que hasta intimidan con sus sonados logros, o ver esa película antigua en la que un tomavistas retuvo un instante de inocencia en la vida de un famoso militar, guerrillero o dictador.
Bergman también fue un joven soñador. No olvidemos que una vez creyó que la humanidad tenía arreglo.
Vivoleyendo
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