Una desoladora crónica de la pobreza y de la desesperación ante una calidad de vida deprimente se materializó por obra de Joshua Marston. La espeluznante odisea de María como “mula” o transportadora de drogas dentro de su cuerpo es el rasero de una protesta ensordecedora contra la carencia total de un futuro digno. María se estrella contra un trabajo monótono y mal retribuido, se estrella contra las interminables facturas que hay que pagar y para las que el sueldo no le alcanza, se estrella contra la amargura de su madre y los agobios de su hermana, madre de un hijo cuyo mantenimiento se lleva el resto del poco dinero que no poseen. Además, se da contra el muro de un embarazo no deseado de un chico al que no quiere, con el que se limitó a divertirse durante un tiempo para pasar mejor las penas de su juventud vagabunda. Pero ni loca desea casarse con él, no es el hombre con el que esperaría pasar su vida.
Ahí está, sin trabajo (se despidió ella misma al no soportar más la falta de consideración del supervisor), preñada y con su madre y su hermana exigiéndole un dinero que ya no puede darles.
Cuando uno ha caído en el pozo negro, cualquier solución alivia, aunque se trate de salir de un pozo para caer en otro más negro todavía. Se le ofrece la oportunidad de ganar mucha pasta (al menos es mucha comparada con las miserias que consiguen en trabajos de mala muerte) realizando un peligroso cometido: tragarse decenas de cápsulas de heroína, recubiertas de látex, y pasarlas a Estados Unidos. Los riesgos son enormes. Ser descubierta y detenida en la aduana, que alguna cápsula se abra o reviente en el sistema digestivo, lo cual provoca la muerte, que algo vaya mal durante el proceso de digestión y la portadora enferme de gravedad… Y en el destino, hay que cohabitar con los individuos encargados de recoger las cápsulas a medida que se van expulsando, y éstos no se caracterizan por su afabilidad.
Catalina Sandino Moreno recibió una nominación al Óscar bien merecida, pues es el pleno rostro atormentado y decidido de una chica que no puede seguir tolerando una mala fortuna aplastante. No se ve aguantando más a jefes cabrones y cobrando una porquería, no se ve más peleando con su familia por culpa del dinero que siempre falta, no se ve más contemplando a su sobrinito condenado a ser tan pobre como ellas, tan pobre como las ratas. No se ve ofreciéndole todas esas penurias a su propio bebé, el que lleva en el vientre. Así que no se lo piensa dos veces. Junto a otras compañeras del negocio del contrabando, se meterá en la misión más arriesgada que se pueda concebir, volando hacia Nueva York con un peso en el estómago. Un peso que no es debido solamente a la droga que contiene.
Tensión cortante y angustia en un drama sobre la terrible experiencia de los que afrontan lo peor para perseguir una probabilidad remota.
La del sueño americano.