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Voto de Vivoleyendo:
9
Drama Matteo Scuro (Marcello Mastroianni), un funcionario rural ya jubilado, decide recorrer Italia para visitar a sus cinco hijos, que viven en diferentes ciudades. Pero, desgraciadamente, este viaje sólo le sirve para comprobar que, bajo una apariencia de prosperidad y bienestar, la vida de sus hijos y sus familias está marcada por la tristeza y la insatisfacción. Tras el éxito de "Cinema Paradiso", Tornatore vuelve a hacer un emotivo ... [+]
24 de marzo de 2014
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que es la película más pesimista que he visto en mucho tiempo, comparable al insondable pesimismo de Buñuel. Pero si en el turolense era seco, despiadado y brutal, en el siciliano es melancólico, plagado de nostalgia y de una amargura dolorosa que invita a las lágrimas. La hiel que contiene circula por por el torrente sanguíneo hasta el corazón y oprime los lagrimales, porque Tornatore es un adalid de los corazones rotos, de las ilusiones que se van perdiendo recodo a recodo.
Es indescriptible cómo emociona un anciano y desvalido Marcello Mastroianni, antaño galán del estrellato mundial, ahora reducido a un viejecito de gafas de culo de vaso, entusiasta cabeza de familia que viaja enseñando la foto de sus hijos y pregonando su orgullo paternal a unos pasajeros que en el mejor de los casos miran la foto y lo escuchan sólo por educación.
Recién salido de su Sicilia natal tras muchos años sin pisar la Italia continental, se le ve fuera de lugar en esas ciudades aceleradas, abarrotadas de tráfico y de muchedumbres indiferentes y presurosas. Se acentúa su aislamiento de caballero anticuado que camina entre gente estresada, entre músicos callejeros y mendigos, entre avezadas tribus urbanas, rateros y dementes. "La ciudad no es para mí", grita a los cuatro vientos su estampa entrañable de anciano de otra época expuesto a los peligros e ingratitudes de la gran urbe. Cargado con sus maletas, no realiza precisamente su entrada triunfal, a pesar de que se esfuerza por mantener su sonrisa bonachona y su ánimo benevolente. En su tour a la búsqueda de sus hijos desperdigados, pronto empieza la cruda realidad a desgarrarlo con sus zarpas. Pobre ingenuo, que creía sorprender a sus retoños con su visita inesperada y es él el sorprendido cuando ninguno lo recibe como él esperaba, ni lleva la vida de fábula que en la distancia el padre, ciego por negarse a ver, había idealizado.
Así marcha de tren en tren, de ciudad en ciudad, y el entusiasmo y locuacidad iniciales se van trocando en tristeza y desgana, y la foto cada vez parece más mentirosa, más falsa, pura apariencia de una quimera que sólo existía en su imaginación.
Pronto el velo se cae y deja al descubierto la verdad desnuda, que él cometió el error de pretender que sus hijos iban para cargos importantes, que eran talentosos artistas, genios que tenían que llegar muy arriba, les puso el listón mucho más alto de lo que podían alcanzar y ahora recoge los frutos de la cosecha malograda por haberle pedido demasiado, por no haberla dejado madurar a su aire, por haberla asfixiado abusando de los fertilizantes.
Y no es que lo hiciera por maldad, pues los ama; lo hizo porque creía que era lo mejor para ellos, pero a menudo los padres se obstinan en lo "mejor" aunque no sea lo que los chicos quieren ni pueden conseguir. Esa es una de las grandes equivocaciones en la misión de ser padres: no ver a los hijos tal como son sino como nos gustaría que fueran, ni dejarles elegir su propio camino. Eso crea una insatisfacción muy profunda, alejamiento del seno familiar y finalmente origina un mundo de incomunicación, fingimientos y secretos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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