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Voto de Vivoleyendo:
8
Drama Drama sobre el adulterio con guión de Bergman y realizado por Ullmann para la televisión sueca, pero estrenado en cines. (FILMAFFINITY)
15 de junio de 2010
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La inconfundible mano de Bergman moldeó durante más de medio siglo figuras muy vivas, dolorosas, pulsantes e inescrutables en ese material intangible que eran sus películas, tanto las dirigidas por él, como aquellas en las que intervino como guionista.
Con Bille August en 1991 dio comienzo a la andadura de Anna Akerblom y Henrik Bergman en “Las mejores intenciones”, una profunda historia de amor con acusados ingredientes autobiográficos y autorreferenciales del gran maestro sueco del cine. Se relataba con minuciosa, tierna y compleja maestría el difícil noviazgo y matrimonio de Anna y Henrik, ella procedente de una familia de la alta sociedad, y él estudiante de teología y posteriormente pastor luterano destinado a parroquias. La aventura del romance naciente, la consolidación, la lucha contra las barreras, la convivencia, los hijos… El trabajoso y precioso viaje sin retorno de la relación entre dos personas que aprendían día a día a amarse y aceptarse. No siempre tenían éxito. A veces deseaban mandarlo todo al cuerno. Había etapas en las que se sentían tan distantes que parecía imposible regresar. Pero ahí estaban. Regresaban.
En la alegría y en el dolor.
Y ahora ya llevan doce años casados. El vacío que asalta sin poder evitarlo y sin llamar se ha adueñado nuevamente de su vacilante amor. Anna ha buscado refugio secreto en los brazos de un amante más joven que ella. La angustia la devora y se sincera con su mentor espiritual y confesor de toda la vida, el tío Jakob. Ese será el primero de una serie de encuentros que no siguen un orden cronológico, descubriendo diferentes momentos de crisis en la vida de Anna. Crisis de soledad, de fe, matrimonial, romántica y ante la cercanía de la Parca, la Dama de Negro. Puntos de inflexión en los que la fuerte y delicada muchacha y mujer ha afrontado la maravillosa y angustiosa tarea de vivir y continuar, de hacer frente a lo que se pierde y a lo que se gana. Nadie le enseñó a recoger los añicos y recomponer el corazón averiado. Pero ella aprendió.
Y ahora (¿o fue hace mucho tiempo, o será mañana?), en la mediana edad, ella aprende todavía. Y su afectuoso padre espiritual volverá a arroparla una vez más, una última vez, asegurándose de que su Anna no ha dejado de ser fuerte, de que podrá marcharse en paz para velarla desde donde quiera que se encuentre tras ese otro viaje sin retorno, el de la muerte.
Vivoleyendo
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