Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Vivoleyendo:
8
Drama Tras aliarse con Chang Kai Skek y participar en la masacre comunista de 1927, Tang el Patrón, se ha convertido en el jefe supremo de la banda más poderosa de Shangai. Cuando su sobrino llega a la ciudad, queda impresionado por la riqueza y el lujo que le rodean. (FILMAFFINITY)
27 de diciembre de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Zhang Yimou lleva una trayectoria imparable y progresivamente espectacular, que ha ganado en grandiosidad con las décadas. Actualmente se ha decantado por las artes marciales, las intrigas palaciegas y las guerras, pero en sus comienzos analizó con ojo de artista austero y naturalista la China profunda. Contando con la musa de sus primeros tiempos, la genial Gong Li que ahora es una superestrella, retrató los ambientes rurales, siempre con una sensibilidad especial hacia el universo femenino. De hecho, en la mayor parte de sus películas las protagonistas o co-protagonistas son mujeres. Poco a poco su cine fue evolucionando y ganando en un cuidado sentido estético, y sus temáticas, muy diversas, se centraban en una dura crítica social. Campesinos/as, obreros/as, maestros/as, estudiantes, artistas ambulantes, mafiosos, esposas, concubinas, prostitutas, guerreros/as, señores, emperadores, emperatrices, sirvientes... Sobre todo en las décadas de los ochenta y de los noventa su cine era sobrio y muy realista, que golpeaba directo a las emociones con la fuerza de las injusticias, de la pobreza, de las penurias, de las abismales desigualdades, de la trampa sin salida de la tríada, de la terrible discriminación de las mujeres, de la esclavitud y del tráfico de personas.
En aquellos tiempos la potencia expresiva de Yimou no se basaba en el misticismo fantástico de las artes marciales, ni en una explosión coreográfica y cromática rayana en el delirio visual, ni en tramas de intrincadas intrigas de palacio ni romances de leyenda. Se basaba en la sensación de claustrofobia, angustia y asfixia que causa en el espectador, ese puño que se cierra alrededor del cuello al contemplar esas vidas sometidas, sin salida, y con imposibles perspectivas de felicidad. Poco a poco fue introduciendo un elemento de tímida esperanza, tibio optimismo y amores redentores, pero hasta entonces... Era muy crudo.
En la que quizás sea una de las más ásperas películas de los noventa sobre el género noir chino, Yimou nos cuela en el impenetrable submundo de la tríada desde el punto de vista de un inocente chico al que trasladan desde su pueblo natal a Shanghai para servir al poderoso clan de su familia. Lo asignan como criado de la amante del patrón, a la que llaman "Joya", una bonita joven que canta todas las noches en el local de espectáculos del patrón y que vive en la suntuosa casa que éste ha habilitado para ella. El jovencito observa aterrado la brutalidad de ese entorno maldito, jalonado de rivalidades y vendettas, y desprecia a la déspota señorita que le han endosado, hasta que la va conociendo mejor y se da cuenta de que su fachada de amargo cinismo y su desabrido carácter encubren su espíritu atormentado, preso por las cadenas que la atraparon siendo niña y que la convirtieron en lo que es, una fulana mantenida por el mayor criminal de Shanghai y que no puede ser otra cosa que su "joya", su muñequita linda que tiene que aceptar a ese repugnante viejo verde por las noches en su cama y cantarle la misma canción.
Y él lleva un camino similar...
Suena una canción de niñez que recuerda una infancia perdida, aquel brevísimo tiempo en el que el mundo todavía era un lugar bueno, sin monstruos vengativos, y donde los pequeños temores todavía podían espantarse en los brazos protectores de la madre.
Vivoleyendo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow