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Voto de Karlés Llord:
6
Drama Poco después del golpe militar en Chile, un cantante que simpatiza con la Junta llega a París a cantar sobre lo que él considera es la nueva realidad del país. Un grupo de exiliados chilenos se topa con él y deciden secuestrarlo en una manera bastante peculiar: llevándolo de farra. (FILMAFFINITY)
13 de marzo de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
“A las aguas negras también se les llama aguas servidas, aguas residuales, aguas fecales, o aguas cloacales. Son residuales, habiendo sido usada el agua, constituyen un residuo, algo que no sirve para el usuario directo; son negras por el color que habitualmente tienen, y cloacales porque son transportadas mediante cloacas (del latín cloaca, alcantarilla), nombre que se le da habitualmente al colector.”

(http://es.wikipedia.org/wiki/Aguas_negras)

He aquí otra vez la metáfora acuosa mostrándonos el camino de la crítica cinemática. Me encantan estas referencias directas: alusiones al cine, de modo que el cine negro podría llamarse igualmente ‘cine servido’, ‘cine residual’, ‘cine fecal’, ‘cine cloacal’, desde el momento en que se nos presentan los bajos fondos de las actitudes humanas.

¿Dónde situar esta película de Ruiz? No es cine negro, por supuesto, y tampoco cine rosa ni cine blanco. Pero algo de servido y de cloacal tiene, sin lugar a dudas. Con hilos hacia filmes de Verhoeven y de Morrisey, aquí asistimos, definitivamente, a “algo que no sirve para el usuario directo”. Las miserias de pobres exiliados chilenos en un París que los ignora, creyéndose un equipo de fútbol de napoleones o más bien de Fouchés conspirando contra el Imperium. En sus manos –ellos creen- está la salvación del lejano Chile, cuya compleja estructura psicosocial ellos intentan comprender usando viejos tratados de dialéctica marxista-leninista, mal escritos y mal traducidos.

Es como si un psicoanalista lacaniano intentase comprender la psiquis de un paciente suicida estudiando los cuadernos de apuntes del abuelastro de su primera novia. Algo sin ton ni son, pero que en el cine de Ruiz, al mezclar los sueños y el absurdo, deviene una sustancia poética de suma eficacia.
Karlés Llord
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