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Voto de Pasatiempos Digitales:
17 de marzo de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay dudas de que la propuesta no está concebida en serio y que la idea de generar un asesino serial comestible pasa más por lo cómico.
Pero tampoco hay que caerle con todo el peso crítico porque esta propuesta excede los límites del desparpajo y arranca algunas risas de tan bizarra y rústica que resulta en sus variantes.
Además el filme es truculento y posee algunas secuencias bien sangrientas. La cinta me hizo acordar en todo momento, salvando las distancias, a “Chucky”. Tiene ese estilo rebosante de mala leche en los asesinatos, además la base de magia negra donde un alma despiadada posesiona “cuerpos” extraños es prácticamente idéntica.
Por ende estamos en presencia de una cinta cutre a más no poder que bien pareciera ser una derivada o prima hermana de “Muñeco diabólico”, sólo que se le nota mucho su “amateurismo” tanto a nivel del texto narrativo como desde lo artístico con las sobreactuadas actuaciones.
Con esta obra clase Z se demuestra que el terror da para cualquier cosa, que se lo manosea de tal modo que pueden salir aberraciones como ésta.
Pero aunque la misma es floja en toda su esencia, al menos demuestra que no tiene más pretensiones que reírse de sí misma, además ostenta una pizca de creatividad y no cae en los clichés tan usados dentro del género en sus expresiones modernas.
Los efectos especiales que dan vida a la galleta asesina son limitadísimos, el ritmo narrativo y la puesta en escena es de aficionados, y las actuaciones son irrisorias por lo amateur que resultan (Gary Busey aparece unos minutos en escena ya que luego presta su voz para la galleta, lo suficiente como para “quemarse” y marcar negativamente su carrera artística).
Tiene toda la onda de película de adolescentes, pero con escasos recursos económicos.
En fin, lo mejor que uno encuentra en alternativas como éstas es originalidad y descaro para poner en escena una historia rústica y trazada a grandes rasgos, donde cualquier búsqueda de calidad o detallismo desde la historia sería un utopía tan risible como el argumento de esta cinta.
Pero tampoco hay que caerle con todo el peso crítico porque esta propuesta excede los límites del desparpajo y arranca algunas risas de tan bizarra y rústica que resulta en sus variantes.
Además el filme es truculento y posee algunas secuencias bien sangrientas. La cinta me hizo acordar en todo momento, salvando las distancias, a “Chucky”. Tiene ese estilo rebosante de mala leche en los asesinatos, además la base de magia negra donde un alma despiadada posesiona “cuerpos” extraños es prácticamente idéntica.
Por ende estamos en presencia de una cinta cutre a más no poder que bien pareciera ser una derivada o prima hermana de “Muñeco diabólico”, sólo que se le nota mucho su “amateurismo” tanto a nivel del texto narrativo como desde lo artístico con las sobreactuadas actuaciones.
Con esta obra clase Z se demuestra que el terror da para cualquier cosa, que se lo manosea de tal modo que pueden salir aberraciones como ésta.
Pero aunque la misma es floja en toda su esencia, al menos demuestra que no tiene más pretensiones que reírse de sí misma, además ostenta una pizca de creatividad y no cae en los clichés tan usados dentro del género en sus expresiones modernas.
Los efectos especiales que dan vida a la galleta asesina son limitadísimos, el ritmo narrativo y la puesta en escena es de aficionados, y las actuaciones son irrisorias por lo amateur que resultan (Gary Busey aparece unos minutos en escena ya que luego presta su voz para la galleta, lo suficiente como para “quemarse” y marcar negativamente su carrera artística).
Tiene toda la onda de película de adolescentes, pero con escasos recursos económicos.
En fin, lo mejor que uno encuentra en alternativas como éstas es originalidad y descaro para poner en escena una historia rústica y trazada a grandes rasgos, donde cualquier búsqueda de calidad o detallismo desde la historia sería un utopía tan risible como el argumento de esta cinta.
