Esta tercera parte ya pierde por completo la compostura. Pero ello es para bien, porque siguiendo en la misma línea que la segunda entrega, el carácter general del relato se desbarajusta en forma total hasta los límites de resultar un producto absolutamente delirante, centrado ya como una comedia grotesca y una exhibición circense de gore y aberraciones extremas.

Seguimos a continuación de donde termina la segunda parte, allí vemos a los protagonistas principales que siguen mezclados con esa señora trastocada que abraza la defensa de los derechos de los freaks.
Esta vez viajarán a un pueblo para encontrarse con más aberraciones, donde la máxima es el hijo de la viejecilla loca que posee un alto grado de deformidad y el cual experimenta creando ingeniosos inventos.
También no es un hecho menor el que el deformado Belial haya formado pareja y tenido 12 bebés tan desnaturalizados como él.
Así surge un show disparatado hiper grotesco, una orgía de descabelladas situaciones que irradian anormalidad en cada resquicio y que por ende deriva en la constitución de un espectáculo muy entretenido donde la chapucería es tan graciosa como impactante desde lo visual.

En fin … una desenfrenada tercera parte arrolladora desde lo estético; un pasatiempo visceral y aberrante; muchos fenómenos licenciosos que captan nuestra atención dado el alto nivel de absurdo que se refleja en la pantalla; numerosos personajes monstruosos que ya se alejan totalmente del sentido común para encaramarse –gracias a la creatividad y la ocurrencia del relato- como una sangrienta fiesta de desproporciones genéticas tan llamativas que llegan al ridículo más simpático y gracioso que uno pueda imaginarse.