Intenso y escalofriante mediometraje que hoy día se toma como precuela de la magnífica saga “Evil Dead”.

Para aquellos que hayan visto las dos primeras películas de la década de los ochenta, tienen que saber que este filme tiene muchas semejanzas tanto desde la atmósfera como desde lo bestial que resulta en algunos pasajes.

Los escenarios son prácticamente iguales: cabaña aislada y tupidos bosques circundantes.

Los personajes son cuatro jóvenes que van inocentemente a realizar un picnic a dicho lugar, pero con tanta mala suerte que uno de ellos despertará a un demonio indio que yacía en ese paraje maldito. Al ser poseído por el maligno espíritu comenzará a atacar a sus amigos, los cuales deberán sobrevivir encerrándose en la cabaña.

El filme es muy dinámico y frenético en su desarrollo, muy parecido a las características de “Posesión infernal” y de su secuela “Terroríficamente muertos”, aunque sin el humor negro de ambas.

Ahora bien, ya Sam Raimi en 1978 mostraba su talento para generar este filme inquietante, en el cual lo mejor era la ambientación, el uso de crispantes sonidos, el sugerente manejo de cámaras y las atmósferas oscuras donde el peligro acechaba constantemente. No hay que olvidarse también del conseguido maquillaje de esta oferta y de lo visceral que se tornaba este mediometraje con algunas secuencias gore.

Claro que en 30 minutos no hay tiempo para contarnos detalles finos de la historia ni para desarrollar bien los personajes. Pero desde el punto de vista de la puesta en escena y de lo impactante que resulta este filme en sus alternativas, no hay que dudar de que Sam Raimi ya sabía muy bien cómo asustar y sobresaltar con un filme de terror. Y lo hizo con 1600 dólares, con una cámara súper 8 y rodado en apenas un fin de semana.

Y si le sumamos que sale Bruce Campbell como protagonista… a alguien le queda alguna duda de que es un mediometraje de culto para los amantes de la serie B de terror?