Interesante cinta ochentera cuya trama depara engaños y traiciones por doquier, policías corruptos complotados con la mafia, simpáticas simulaciones varias de la realidad donde un especialista en efectos especiales debe hacer parecer verídicos sus artificios, intereses solapados y engañosos que combinan los tecnicismos utilizados en la artificiosidad del cine con las maquinaciones policiales-mafiosas propias de la realidad.
Es un filme divertido, que comienza como una propuesta de intriga para luego derivar en una película de acción, donde hay exageraciones varias e incluso algunos toques cómicos como para darle más realce emocional a un argumento bien pergeñado en donde nada es lo que parece.
Cinta de ritmo ágil y dinámico; con dos buenas interpretaciones en los protagónicos tanto de Bryan Brown como de Brian Dennehy, artífices fundamentales para el éxito del filme gracias a su chispa y su química como dos justicieros paralelos que van desarrollando métodos pocos ortodoxos para hacer cumplir la ley.
Mención especial para los efectos especiales, los cuales son fieles reflejos de una época donde no existían los gráficos por ordenador sino que el despliegue de los mismos era artesanía pura.
Se puede hablar de una cinta efectiva, que cumple con su objetivo de entretener con una propuesta engañosa e imaginativa, que no sólo se limita al vértigo de la acción sino que despliega un argumento original en sus alternativas, emotiva por sus enredos y sus traiciones, y pícara en ciertas situaciones donde el oportunismo y la gracia de los actores principales también contribuyen desde su hilaridad para construir un producto práctico y contundente.

Dato al margen:
PRIMERA película que veo de Robert Mandel.
Cineasta que por ende no ingresa en mi ranking de directores (condición mínima: 3 películas vistas).