Cuando hablamos del cine español en muchas ocasiones se lo relaciona con la Guerra Civil, cuando hablamos del cine argentino no se puede dejar de pensar en la época del proceso militar.
Bueno, aquí Paco Cabezas se adentra en el terreno escabroso de la dictadura militar en clave de cine fantástico combinado con terror fantasmagórico.
En realidad no deja de ser interesante el planteo que rompe con la monotonía en la forma de llevar a la pantalla la cruda etapa que le tocara vivir a la Argentina a mediados de la década del setenta y principios de la del ochenta.
Obvio que el argumento tiene baches y desprolijidades que a veces no cierran desde la lógica. Pero como la cinta está codificada con la impronta del cine de fantasía, y con el agregado especial de tocar el tema del tiempo donde presente y pasado se funden conformando un complejo entramado… entonces desde esa perspectiva se le perdonan muchas situaciones alejadas del sentido común, pues en código fantasioso muchas de las leyes físicas se rompen sin que podamos achacarlas como puntos negativos.
Estamos en presencia de una cinta española que rompe los esquemas para criticar la dictadura militar argentina que demoliera en su tiempo muchos de los derechos humanos existentes. Ya desde esa mirada la cinta es más que interesante desde la manera en que está presentada, además hay que agregarle que el filme está muy bien aclimatado desde su atmósfera intrigante y que posee pocos pero logrados efectos visuales para dar vida al elemento sobrenatural que se manifiesta en el relato.
Los protagónicos son al uso, sin destacarse pero tampoco hacen el ridículo. Lo que sí es verdaderamente ininteligible son algunos de los diálogos del filme por la mala modulación de los actores principales.
En fin, es una opción que distinta por dos razones:
* Porque plantea de fondo cine social crítico y reflexivo con el perfil propio del cine de terror con subgénero de fantasmas.
* Porque no abusa del convencionalismo tan usado donde los fantasmas se manifiestan para resolver un pasado, aquí el tema de que pasado y presente acontecen paralelamente es sumamente original, aunque en determinadas ocasiones se arme tan embrollo que sea incomprensible desde la razón.
Le doy un seis por la singularidad de exponer y mezclar cine de terror semi-trillado con cine de denuncia. La propuesta es un híbrido que deja buen sabor de boca.