Es una película muy poco conocida por ser de un director de renombre como es Joel Schumacher. No ha tenido prácticamente promoción y ello se nota porque hubo casi nulo interés por este filme en el momento de su lanzamiento.

La historia nos sitúa al principio en 1936, donde un profesor nazi se presenta ante una familia de granjeros para realizar en la finca algunos ensayos científicos para el Tercer Reich. Esas personas nunca se imaginaron que ellos serían los conejillos de indias de esas solapadas y macabras experimentaciones.
El filme posteriormente se desarrolla ya en la actualidad donde algunos personajes deben seguir combatiendo con los malignos resultados de aquellas experimentaciones que se llevaron a cabo en esa granja de Maryland.

La cinta tiene una premisa llamativa desde el argumento, ya que sus ingredientes son el nazismo, inmortalidad, magia negra, monstruos, escenarios agrestes aislados, y personajes encerrados en una casona a merced de un villano dotado de poderes sobrenaturales para revivir a los seres que se le antoje.

Pero claro, el tener un cineasta con experiencia detrás de las cámaras y que la historia sea atractiva en los papeles previos no garantiza que surja una opción exitosa. Y así ocurre, el filme empieza a pegotear conceptos al voleo y el resultado es un producto un tanto enrevesado, muy plano en el desarrollo de los personajes, con algunas vicisitudes bastante ilógicas que atentan contra el sentido común, y que para colmo de males ni siquiera el frenesí de las circunstancias narradas ni la temática sobrenatural que subyace detrás de la acción terminan por transmitir intensidad.

Hay que reconocer que la película tiene algunos ratos logrados, donde inclusive se utilizan dignos efectos especiales para dar vida a las fuerzas demoníacas que se apoderan de los humanos. También hay algunos pasajes sangrientos, pero en general el filme no funciona como debería ya que las situaciones se presentan en forma poco clara.

Al conflicto principal se lo presenta en forma confusa y el espectador se siente bastante desubicado dentro de un guión alborotado y poco diáfano. Y si a ello le sumamos que las secuencias de acción son muy oscuras y con un agite de cámaras que sólo aporta más caos, pues entonces la cinta queda sólo en buenas intenciones.

En fin, “Town Creek” o “Blood Creek” según quiera llamársele tenía potencial para ser al menos una cinta de terror interesante. Pero Joel Schumacher desnuda su incapacidad para contar en forma lúcida una historia, abusando de la cámara en mano y presentando una calidad de imagen muy borrosa debido a la escasa iluminación. Por ello la cinta queda como una oferta de regular calidad, es una opción a la se le pueden disfrutar algunos elementos aislados como son las ráfagas de gore en las que también interviene un elemento sobrenatural perverso. Pero es muy poco a la hora del balance general, porque la idea daba para exprimirla de otra manera más efectiva.