Secuela más delirante y cutre aún que la primera parte. Aquí dejamos de lado un poco la crítica ecológica, ya que el filme se centra más en desplegar una extraviada y estrambótica aventura hilarante donde los absurdos están en función de parodiar al cine de superhéroes.

La historia es así: con el objetivo de sembrar el caos y la corrupción en el pueblo de Tromaville, la corporación Apocalipsis (líder en el crimen organizado) planea engañar al Vengador Tóxico haciéndolo viajar a Japón para que entre en contacto con productos químicos que alteran sus tromatones (partículas bioquímicas que dan el poder al héroe ecológico).

La película basa su estrategia en desplegar alternativas bufonescas e irrisorias, donde la ridiculez y el disparate brotan en la pantalla y se mantienen presentes todo el metraje.

Todo en la cinta es de baja calidad, desde su mentecato argumento hasta la cutre factura técnica. Pero igual así la cinta es efectiva, divertida y graciosa. Porque posee muy bajas pretensiones e incluso uno de los objetivos es reírse de sí misma, y lo logra con acierto.

Detallo algunos ingredientes constitutivos de este filme: material de utilería y enseres de mala calidad (caretas, disfraces y mucho látex para el make up), música circense, coreografías de lucha simpáticas, personajes irracionales, humor verde y escatológico, y hasta un numerillo musical.

Como vemos, muchas situaciones chuscas y groseras en sus trazos, pero desplegadas con saludable ritmo narrativo y con simpática ocurrencia en la elaboración de los gags.

Muy bajo presupuesto para esta cinta clase Z, donde lo más oneroso debe haber sido el pagar el viaje a Japón al monigote disfrazado del Vengador Tóxico y al equipo de filmación. Lo máximo que usted puede pretender ver de despliegue técnico en esta cinta son explosiones y muchas caretas de goma.

Palabras claves: serie Z, secuela, humor verde, humor escatológico, gore, ecologismo, superpoderes, mutante, comedia disparatada, parodia, bajo presupuesto, cine cutre.