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España España · Barcelona
Voto de Noa:
8
6,4
285
Documental El cine Duque de Alba es la última sala “X” que queda a día de hoy en Madrid. Rafael, el proyeccionista, trabaja a diario para hacer del local un sitio más agradable: pinta a mano los carteles que anuncian las películas, coloca flores y plantas en el exterior, acondiciona la entrada… A pesar de que la mayor parte de la pornografía se consume a través de internet, el cine se mantiene gracias a una clientela fija. Y es que el Duque de ... [+]
27 de abril de 2014
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando algo te toca muy profundamente, sabes que es porque hay algo tuyo ahí: una emoción pasada, una frustración presente, esa ilusión que casi te mantiene en pie... Me ocurrió con Paradiso. La estaba viendo y en algún momento sentí el deseo de salir corriendo de la sala. No me lo podía permitir, éramos pocos.

Tengo que admitir que me atrae irresistiblemente la decadencia, pero no de una forma morbosa, sino porque admiro cómo en esas circunstancias surge la resistencia. Esa lucha de la vida abriéndose paso, no como mera supervivencia (que no es poco) sino como algo más, como la búsqueda de un lugar y una identidad. Quizá tenga que ver que me crie en el Raval de los 80. Eso también hace que mi mirada no sea como la de los que se sienten superiores porque tienen más cultura que otras personas (no necesariamente más inteligencia, por si lo piensan). Yo vengo de ahí, ni puedo ni quiero reírme. Temí que la mirada de Omar fuese de ese tipo, de las que en los ambientes humildes ven algo así como un zoo. Por eso la charla tras la proyección fue un bálsamo para mí.

Si hay algo fascinante y envidiable (y donde Omar situa atentamente la mirada), es la ilusión y el cariño que Rafa pone en su cine. Personas, que inicialmente acudieron buscando sexo, fueron quedando atrapadas en la tela que el proyeccionista ha ido tejiendo día a día sin perder el entusiasmo. Ahora pertenecen a ese lugar , donde alguien los mima y participa en sus conversaciones (a veces casi monólogos, como ocurre en todas partes). Porque Rafa no cae en juzgar a sus clientes, sino que, por el contrario, ve más allá y capta sus necesidades más profundas, que hace lo posible por satisfacer. Y ahí reside la magia, en la capacidad de una persona de transformar un espacio que podría recorrerse con prisa por alcanzar la calle, en un lugar en el que resulta reconfortante quedarse. A pesar de la irreductible sordidez.

A los que se sienten superiores: sus demonios son también los vuestros; su necesidad de acaparar la atención, la vuestra también; sus ropas, no muy distintas de vuestros accesorios en su intención; su soledad, la de todos. Son menos sofisticados, quizá más evidente su desesperación, su ansia. Pero solo es una amplificación de lo que vosotros sentís, de lo que vosotros hacéis. Por eso incomoda, por eso las risitas nerviosas.

Y resulta curioso, sí, que en una sala X se respire tanto amor por el cine. Y del auténtico.
Noa
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