Sawyer es herida en la pierna con su propia navaja. Cuando Lowell la encuentra la lleva a su casa y la cura, le da de comer y le deja descansar, pero Sawyer tiene miedo, –me están persiguiendo dos hombres-, le dice a Lowell. Él no responde, pero ya sabe que se refiere a los psicópatas de sus primos. Lowell se dedica a cocinar metanfetamina desde los catorce años. Le explica a Sawyer que él no tiene coche y que tiene que esperar pacientemente a que les llegue la oportunidad de sacarla de allí, pero que sus primos van a estar apareciendo para ver cómo lleva sus actividades ilegales (en las que está metido medio pueblo, lo que agrava la situación de la chica). Por eso Lowell quiere sacarla del condado. Mientras tanto, como Sawyer está inquieta, Lowell le enseña a cocinar metanfetamina. La relación que se crea entre ambos es de lo mejor del guion. Las cosas se van a complicar en los últimos veinte minutos, ¡cómo no!

Tiene una excelente dirección sin tener que recurrir a muchos efectos especiales, lo que para mí es un detalle fundamental. Los actores son convincentes. La Final Girl es un clásico. La banda sonora es buena y el paisaje es agobiante –cualquiera puede perderse en esos bosques-. Está disponible en Netflix, en principio sólo en inglés, pero merece mucho la pena.