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Voto de Gunnar Hansen:
4
Terror. Thriller Un guardia de seguridad (Kiefer Sutherland) de un centro comercial se ve envuelto en un misterio alrededor de unos escaparates con espejos en el departamento de ropa que aparentemente hacen que saque lo peor de las personas que se reflejan en ellos... Remake de la película surcoreana "Geoul sokeuro" (El otro lado del espejo), dirigida por Kim Seong-ho en 2003. (FILMAFFINITY)
4 de marzo de 2009
15 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alexander Aja realiza una parada técnica entre su brutal y muy particular remake de Las Colinas Tienen Ojos y su anunciada revisión del clásico Piraña. Es decir, que todo parece quedar en repeticiones de lo ya realizado y más si atendemos a que Reflejos, el caso que ahora nos ocupa, no es otra cosa que una nueva versión de la película surcoreana Into the Mirrors. Si bien hay que reconocer que en este cansino auge de los llamados remakes no todos se limitan a la mera y anodina copia del original, llegando algunos de ellos a superar con creces la matriz de origen, llega un momento en el cual el espectador no puede dejar de preguntarse a qué se debe esa falta de ideas que lleva a grandes estudios, guionistas y directores a repetir, con mayor o menor acierto, lo ya contado. Y más si, como en Reflejos, nos topamos con la peor obra de un talentoso director.
Reflejos es una película que trata (otra vez) de jugar con el miedo innato del ser humano hacia los reflejos y las visiones especulares. No en vano muchas culturas, actuales así como extintas, han otorgado a los espejos y las superficies reflectantes capacidades de comunicación con otros espacios y planos cosmológicos. Sin embargo y aún partiendo de este intrigante supuesto universal, la reflexión de Aja no deja de ser mediocre y de segunda mano. Adolece de todos los clichés del cine de terror, lastrando tal convencionalismo el desarrollo natural del metraje o lo que este pudiera haber sido. El espectador ya sabe lo que va a ver antes de verlo pues ya ha sido contado una y otra vez y, además, en forma muy parecida. Unido a este importante escollo, no se puede dejar de apuntar que es una obra narrada en un estilo burdo y al peso que desdibuja las cualidades de su director a la vez que la potencialidad del film. Ni siquiera las escasas escenas gore que salpican el desarrollo de la película sacan este popurrí de la mediocridad más doliente. Más presupuesto en actores (que no mejores actuaciones), eso sí, para un guión gastado, con absurdos giros y previsibles consecuencias: aburrimiento y desencanto.
Gunnar Hansen
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