Se terminan viendo. De hecho, solamente la reticencia de algunos de los estandartes de la franquicia (por ejemplo, Bill Murray) han impedido que, de momento, tengamos ya la tercera entrega de Cazafantasmas. Está anunciada para 2016, pero se echen aún más campanas al vuelo. El estreno de la secuela en 1989 permitió lograr un nuevo taquillazo importante y hacer que se volviera a escuchar la pegadiza banda sonora.

Ghostbusters II arranca bien, mostrando como, tras su gran éxito anterior, los integrantes del equipo han corrido suertes disparos; la gloria es efímera y algunos, incluso, se ven obligados a tener que hacer pequeños bolos o participar en fiestas infantiles de niños que casi no saben quiénes son. Sin embargo, como es previsible, una nueva amenaza les volverá a colocar en el candelero, las virtudes de la tristeza de Moldavia.

Repiten los más destacados miembros del casting anterior, Bill Murray, Dan Aykroyd, Rick Moranis y Harold Ramis retoman el asunto, quizás con menos energías, pero con igual eficiencia. Sigourney Weaver vuelve también al tablado; asimismo, es una alegría que los responsables volvieran a retomar al divertido personaje de Rick Moranis, uno de los grandes hallazgos de la primera entrega.

Sobran patriotismos de barras estrellas y la estatua de la Libertad bailando al son que toca, aunque los incondicionales de la saga tienen una cita ineludible.

Posteriormente, la década de los 90 arrinconó a estos fantasmas en el baúl de los recuerdos. De momento...