8 de agosto de 2013
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Cuentan que una vez, alguien fue a visitar al legendario actor cómico. En su salón, el genio, tenía un tren de juguete que iba haciendo su recorrido. El visitante, advirtió que el mecanismo tenía un cigarrillo que, cuando pasaba por su lado, era cogido por el artista, quien daba una calada y luego lo devolvía... Y así sucesivamente.
Por supuesto, la curiosidad se terminó imponiendo y la otra persona le preguntó a Keaton de qué iba todo aquello. "Ya ves, intentando dejar de fumar...". Sea otra más de las leyendas que, si no es verdad, debió serlo, refleja a la perfección el partido que podía sacarle una de las personas más elocuentes (con la imprescindible presencia de Clyde Bruckman) sin hablar del séptimo arte, de un elemento tan cinematográfico como los trenes.
"El maquinista de la general" no ha vivido ajeno al inexorable Cronos, su simplificada historia de amor quizás tampoco enganchase mucho en los primeros días que se estrenó, como bien poco nos importa su contextualización en la Guerra de la Secesión norteamericana. Pero hay algo en la genialidad y capacidad de improvisación de este maquinista que la sigan convirtiendo en un clásico imperecedero.
Como hubiera dicho Groucho, más madera...
Y mientras, Buster seguía esperando que llegase el tren...
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