Nos encontramos ante un film que a priori presenta algunos atractivos merecedores de nuetra atención.

Se trata de la segunda película de Mark Robson, director con una notable carrera que aquí estaba dando apenas sus primeros pasos. También suscita interés encontarnos ante una e producción de Val Lewton, y por último, su protagonista Richar Dix, atesora una destacada carrera en el cine mudo y principios del sonoro, siendo uno de esos actores del Hollywood dorado, que aquí rodaba una de sus últimas películas, y que hoy vive en el más absoluto de los olvidos por parte del cinéfilo en general.

Respecto a la película en si, tiene la virtud de contar una historia y no aburrir, pero hay demasiada brocha gorda, y alguna creación de expectativas que luego no se cumplen.

Por un lado, el film parece que va a ser de terror, y no lo es, la situación siendo tensa no aterroriza, tampoco acabamos de entender ni al capitan ni a los tripulantes del barco, y algunos recursos argumentales son bastante mediocres, como la aparición y sentido del personaje de la amiga del capitan, o como el oficial vuelve a embarcar en el barco.

Sin embargo, estamos en una época en que, a pesar de la brocha gorda reseñada, se contaban historias, hay un planteamiento, trama y desenlace, y la película se deja ver perfectamente, se puede seguir, y aunque no apasiona, tampoco aburre, y está rodada con cierta solvencia. Correcta.