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España España · Huelva
Voto de Deacon:
1
Thriller. Acción. Romance Micky y Mallory, una pareja poco convencional de jovenes amantes, sienten que han nacido para matar: son dos despiadados criminales que tienen atemorizada a la población. El presentador de un programa sensacionalista decide aprovechar la fascinación que su personalidad ejerce sobre el público para convertir a los asesinos en héroes televisivos. (FILMAFFINITY)
25 de octubre de 2005
55 de 94 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta cansino comprobar la lista de películas que en su estreno se autocalifican de "reflexión sobre la violencia" o "crítica al consumo masivo de violencia televisiva", etc etc. Esta obra de Oliver Stone, galardono director, eficaz guionista, valiente y comprometido activista político, puede causar mayor o menor debate por comprender el mensaje que contiene, pero no deja de ser una pretenciosidad horrorosa de principio a fin.

Dárselas de revolucionario con el montaje y el tratamiento de la imagen es algo que muchos directores han hecho a lo largo de los años. Hace falta ser muy original en su propuesta y tener bastante talento para que la cosa no quede como una mareante experiencia digna de un consumidor de ácido que cree que con un estilo desenfadadamente psicodélico y muchas arengas a la perversión de los mass media va a revolucionar la cultura pop, cuando lo único que consigue es provocar el rechazo del público que siente que le están tomando el pelo de principio a fin.

Muy testimonial resulta el cabreo de Quentin Tarantino al ver el resultado final de su guión, que quedó en una leve inspiración gracias al resultado final que muestra la clásica historia de Bonny & Clyde trasladada a los materialistas y mediáticos años finales del siglo XX, donde solo los criminales que salen por la tele son famosos y hasta pueden llegar a ser admirados. Un análisis tan bobalicón como artificioso, todo ello remendado a base de tiroteos y montaje diarrético. Puede que en el fondo, el que de verdad tenia ganas de convertirse en un ídolo de masas no fuese Mickey o Marolie, sino Oliver Stone.
Deacon
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