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España España · teruel
Voto de simón:
6
Intriga Un día, un chico un tanto extraño mata de un tiro en la cara al vigilante jurado de un supermercado. A continuación se escapa y roba el primer coche que encuentra. Dentro del vehículo hay una chica que se muestra encantada de acompañarlo en su huida. (FILMAFFINITY)
8 de octubre de 2009
20 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una magnífica conversación entre dos hermanos, uno, el protagonista del film, le dice al otro: “ No es que seamos vagos, es que no tenemos nada que hacer”.
Con esta estremecedora sentencia se resume el sentir colectivo de toda una generación, a la cual pertenezco, sin más alicientes en su vida que la del disfrute, si acaso durante un breve instante, de pomposos, artificiales y engañosos goces; pobres y sucedáneos pasatiempos con los que ocupar una vacía e insustancial existencia.
Jóvenes sobreprotegidos, carentes, por tanto, de un mínimo estímulo enriquecedor, que deambulan casi por inercia en un mundo diseñado para satisfacer sus instintos más básicos, sus necesidades más primarias.
Jóvenes sobreprotegidos, mimados por una miope sociedad incapaz de asumir sus errores y por tanto desbordada en su inútil empeño por enderezar un rumbo ya sin retorno posible.
Jóvenes conformistas, adormecidos, desprovistos de cualquier atisbo de capacidad crítica.
Jóvenes influenciables, víctimas de un sistema imbuido en una terrible espiral autodestructiva en la que constantemente se justifican los medios para alcanzar ciertos fines, incluso, muchas veces de orden menor.
Jóvenes manejables, presas fáciles a la hora de imponerles un estilo de vida auspiciado por un poder que no se preocupa por el desarrollo, la equidad, ni la justicia social.
Jóvenes autocomplacientes, empujados a sobrevivir por la inercia misma del paso de unos días ayunos de cualquier confrontación medianamente profunda.
Jóvenes superficiales, incapaces de escarbar en las profundidades de una vida que se consume sin ni siquiera comenzar a disfrutarla, obnubilados por inmensos efectos especiales, deslumbrados por apabullantes luces de neón, que en lugar de iluminar oscurecen una realidad sustituida ya por un inmenso paraíso artificial, en la que todo es lo suficientemente efímero como para que no se añore lo que realmente no se ha poseído.
Jóvenes tiranizados por un estilo de vida que impone su orden sin necesidad de justificarse.
Jóvenes con cuerpo de adulto pero con razonamientos infantiles, que ahogan su vacío nutriéndose de falsos placeres, sucedáneos en todo caso de todos esos que la vida intenta en vano proporcionarnos.
Jóvenes, considerados como tontos útiles al servicio de un sistema que no cree en ellos, empujados forzosamente a la mediocridad y condenados al más ruin de los olvidos; jóvenes que pasarán a la historia, por tanto, como parte de una generación perdida.
simón
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