Supón que tras un par de intentos de tener un hijo, acabados en aborto, tu pareja o tú vuelve a quedar encinta. Para más inri, ocurre algo terrible y cuando creías que nada podía ser peor, sucede algo milagroso. Por razones que no tienen importancia, el milagro acontece pero a un alto precio. El afán de protección de un hijo, ante una situación como ésta aumentará. Sólo tú sabes el precio que has pagado, sólo tú puedes comprender la obsesiva necesidad de mantener a ese bebé a tu lado, sano y a salvo. Nadie debería quitarte a ese bebé, y si alguien lo intentara lucharías hasta la muerte, si fuera necesario.

Ésta es la premisa que dota a la película de una atmósfera triste, desapacible y terriblemente perturbadora. No sólo por las peculiaridades del bebé, que las tiene y muchas, sino por el agobio constante que provoca tanto la claustrofóbica situación de la protagonista como la histérica de la suegra. Tanto la una como la otra, elevarán al límite sus instintos maternales.

La dirección de Paul Solet es buena. Consigue mantener la tensión en casi toda la película. El guión cae en tópicos elegantemente y la historia en sí, aunque extravagante, mantiene el listón alto.

El problema surge del poco material real que había para realizar el filme. A los 20 minutos de ver peripecias de la madre con la niña, uno se cansa, esperando que algo más ocurra. Cuando al final sucede, es demasiado tarde.

De todas formas, una película interesante, donde el suspense y el "mal rollo" son clave.

Y sobre el final...