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España España · Madrid
Voto de Servadac:
7
Comedia Un vagabundo se tira al Sena desesperado por la desaparición de su perro, pero un librero le salva de morir ahogado y le acoge en su casa. (FILMAFFINITY)
12 de septiembre de 2011
38 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
El zar estaba muy enfermo. Los más eminentes sabios y doctores se mostraban incapaces de curarlo. Presa de la desesperación, prometió la mitad de su riqueza a quien lo consiguiera. Un día, un trovador le prescribió una medicina infalible: debía vestir la camisa de un hombre feliz. Los emisarios del zar recorrieron el mundo en busca de alguien que cumpliera el requisito. Al fin, después de innumerables viajes sin fortuna, dieron con él. El hijo del zar ordenó que trajeran la camisa y le ofrecieran a cambio al hombre feliz todo aquello que pidiera. La corte se aprestaba a celebrar la recuperación del gobernante. Pero cuando los emisarios entraron en palacio:

- ¿Dónde está la camisa del hombre feliz? –preguntó el hijo del zar–. ¡Mi padre ha de vestirla!
- Alteza –contestó abatido el jefe de los mensajeros–. Boudu no tiene camisa.

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En esta cinta conviven el campo y la ciudad, el instinto natural y la retórica, el verbo florido y el descaro. Es una fábula irónica y feliz, con la que Renoir dibuja una sonrisa alegre en el espectador. Todos los actores parecen encantados de representar sus papeles respectivos.

La primera vez que vemos a Boudu, está cerca de un río y sin domesticar. Carece de ataduras. El buen burgués lo “salva” de las aguas. Trata de trasplantarlo al mundo de lo socialmente hipócrita y correcto. Lo enjaula dentro de su casa, una casa llena de palabras rimbombantes, con las paredes empapeladas de respetabilidad (la puesta en escena es exquisita). Boudu se mueve como un pájaro libre en una jaula, incluso levanta las piernas para volar debajo del dintel…

El buen burgués, erre que erre, se empecina en ponerle una camisa.

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Y llega el río nupcial. Con El Danubio azul, sentimos que el viaje de Boudu ha concluido…

Entonces, Renoir nos regala un plano fluvial e inolvidable (*). Un giro formal que marca una inflexión en el destino del protagonista. Un pequeño cambio de preposición en clave cinematográfica: Boudu salvado ‘por’ las aguas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Servadac
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