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España España · Madrid
Voto de Servadac:
9
Drama Umberto Domenico Ferrari es un jubilado que intenta sobrevivir con su miserable pensión. Sumido en la pobreza, vive en una pensión, cuya dueña lo maltrata porque no consigue reunir el dinero necesario para pagar el alquiler de su habitación. Los únicos amigos que tiene en este mundo son una joven criada y sobre todo su perro Flike. (FILMAFFINITY)
5 de julio de 2010
91 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
Umberto D. es un retrato inolvidable de la dignidad. Captura el flujo de las horas. Nos muestra que existir consiste en una serie de sucesos no dramáticos. Encuentra poesía en cada escena. Elude las elipsis. Emociona fragmentando lo sencillo: rutinas, quehaceres cotidianos. No es perfecta (alguna línea de diálogo parece recitada en exclusiva para el espectador, algún encuentro se percibe muy medido). Como la vida vista desde el fin, cada pieza encaja/desafina en su lugar, formando un cuadro de amargura.

Umberto D. se apoya en cierto patetismo: la sociedad humilla al pobre a base de pequeñas y frecuentes dentelladas. Miríadas de insectos diminutos se afanan tristemente en construir el nido de la soledad. El hombre aquí no es ni siquiera un lobo para el hombre.

La cámara, en un contrapicado suave, sigue a Umberto. Una bombilla cuelga en medio de la habitación. El cable es fino y tenue como un hilo. Oímos el trajín y vemos los reflejos.

Umberto mira afuera. Se pasa de la luz de una existencia en ruinas a la oscuridad que reina al otro lado.

Cruza el tranvía iluminado por una farola.

Umberto abre la ventana.

La cámara, con un temblor ligero y expresivo, encuadra el rostro del anciano.

Un zoom severo, aterrador, dibuja un pensamiento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Servadac
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