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España España · Madrid
Voto de Servadac:
8
Drama. Romance Un empresario maduro que ama apasionadamente a su joven y bella mujer, teme que lo esté traicionando, por lo que decide vigilarla por medio de una agencia de detectives. Cuando ella era estudiante estuvo perdidamente enamorada de Guido, un compañero de clase que era el novio de su mejor amiga. Ópera prima de Antonioni. (FILMAFFINITY)
31 de agosto de 2014
35 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al fin y al cabo, el enamoramiento pasa y el confort, económico y social, hunde sus babas en el tiempo. Pero, ¿qué es una vida sin pasión sino el preludio soso de la muerte?

Así se encuentra Paola (Lucia Bosé) al comienzo de la cinta, cuando su marido, ingeniero, madurito e industrial exitoso, y con menos sex-appeal que una mofeta, decide hacerla investigar. Hay algo de tragedia griega en el hecho de que sea precisamente la puesta en marcha de la investigación, lo que hace que Paola y Guido (Massimo Girotti) se reencuentren, después de siete años. El marido, como Layo (padre de Edipo y rey de Tebas), provoca lo que teme. El destino, en la vida y en el arte, se ríe de nosotros.

Paola, hasta entonces fiel (al menos en lo físico) se hace consciente de que la comodidad y el lujo no le bastan. Ni le sobran. El drama está servido.

Este es, en esencia, el planteamiento de la historia.

Antonioni la convierte en un mecanismo cinematográfico perfectamente articulado. Señala Noël Burch en su ‘Praxis del cine’ la maestría con que el italiano maneja en esta obra las entradas y salidas de cuadro de los personajes, el preciso ballet entre el encuadre y los actores, la belleza plástica de cada plano.

Para Burch, la estructura del film se basa en la disociación entre la imagen y el texto, lo que se nos muestra y las palabras. Palabras que evocan, a menudo, el pasado o un incierto porvenir. “En sentido anecdótico, no sucede prácticamente nada en la pantalla. Y sin embargo, si es verdad que no se trata de un film de acción, tampoco se puede afirmar que se trate de un film «sin historia», puesto que el relato comporta dos muertes violentas, un proyecto de asesinato e incluso una investigación policíaca.”

‘Crónica de un amor’ es un logro formal de primer orden.

Le emoción, en esta cinta, me llega por la vía de lo que Claude Lanzmann llamaría un vacío de la memoria. Me explico. Cuenta Lanzmann en su voluminoso tomo de recuerdos ‘La liebre de Patagonia’ que en la Prinz-Albrecht-Strasse y sus alrededores se encontraban los edificios centrales del totalitarismo institucional nazi, en Berlín Este. El lugar fue denominado «topografía del terror» por algún alemán desconocido. “Pensaba que si quienes iban a proyectar y construir el nuevo Berlín estaban dispuestos a asumir su responsabilidad ante la Historia, no deberían tocar ninguno de esos lugares, sino dejar un vacío en el corazón de la ciudad, ese agujero que yo llamaba para mí un «trou de mémoire»” Esta expresión, difícil de traducir en este contexto vendría a ser como un vacío de la memoria. La palabra francesa “trou” (agujero) expresa intensamente la idea que quiere transmitirnos Lanzmann en el texto. Algo así como una zona cero en la memoria colectiva de Berlín.

Pues bien, en ‘Crónica de un amor’ también hay un vacío en la memoria de sus dos protagonistas. Un vacío común, que configura todo el film. Se trata de Giovanna, un ejemplar no personaje, es decir, un personaje que no llega a aparecer, pero cuyo vacío impregna toda la película. Giovanna, prometida de él y gran amiga de ella, murió pocos días antes de la boda, cayendo por el hueco de un ascensor. Por aquel entonces, Paola y Guido ya se amaban; deseaban que ella desapareciera y no impidieron la caída. El suceso aconteció años antes del principio de la acción que se nos muestra.

Siendo este el primer largometraje de Antonioni, ya se atisban aquí las líneas maestras de su filmografía posterior: las calles se le vacían; los planos se le alargan; surge el problema de la incomunicación –más allá de un trato superficial– entre los seres, de la insatisfacción existencial; el paisaje –interior, exterior– es desolado.

Finalmente, el vacío se reabre –en clara simetría. La felicidad no puede cimentarse en el abismo de una muerte deseada.



[En el spoiler, un momento y una escena que muestran, para mí, la poética profunda de Antonioni.]
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Servadac
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