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España España · Madrid
Voto de Servadac:
6
7,2
968
Documental Wim Wenders se acerca hasta el universo creador y el paisaje vital de Yasujiro Ozu, uno de los pilares fundamentales del cine japonés. Pero el realizador alemán no se limita a reflejar lo que inspiró a Ozu, sino también a radiografiar un país en continua metamorfosis. (FILMAFFINITY)
17 de noviembre de 2008
40 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yasujiro Ozu quiso que en su lápida se inscribiera un único ideograma: "mu", el espacio que hay entre las cosas; la nada o el vacío.

Chishu Ryu, actor que encarna al padre en muchas de sus cintas, le rinde pleitesía. Limpia la tumba, se inclina levemente. Nos regala un plano inolvidable de silencio.

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Wim Wenders no acierta con la voz en off. Su verdadero tributo al director nipón hay que buscarlo en otra parte: está en ese temblor, apenas perceptible, de la cámara en mano, especialmente cuando tiende a la inmovilidad y roza el plano fijo del maestro.

Hay que buscarlo en esa toma general de un tren que cruza al horizonte. En esa niña que atraviesa el parque a la carrera. En la nostalgia indefinible del paisaje.

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Werner Herzog nos cuenta su deseo de embarcarse en un viaje sideral para captar la imagen pura y transparente, imposible de hallar en nuestro mundo. Ozu le responde con toda sutileza: Yuharu Atsuta, su eterno operador, nos explica cómo situaba la cámara a la altura de los ojos de quien se sienta en el suelo. Ozu no necesitaba alejarse de la tierra en la nave espacial de la megalomanía para filmar la realidad. Le bastaban la luz de una mirada limpia y un objetivo de 50 mm.

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Wim Wenders nos ofrece un homenaje sentido y en mayúsculas. Pervierte sin quererlo la esencia misma del maestro japonés, cuya escritura cinematográfica no admite la grandilocuencia.

La "mu" de Ozu nunca se declama, se dice muy despacio y en sordina.

Es diáfana y humilde. Tan diminuta que abarca el universo.
Servadac
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