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España España · Madrid
Voto de Servadac:
10
Intriga. Drama. Thriller. Romance Betty Elms (Naomi Watts), una joven aspirante a actriz, llega a Los Ángeles para convertirse en estrella de cine y se aloja en el apartamento de su tía. Allí conoce a la enigmática Rita (Laura Harring), una mujer que padece amnesia a causa de un accidente sufrido en Mulholland Drive. Las dos juntas deciden investigar quién es Rita y cómo llegó hasta allí. (FILMAFFINITY)
10 de septiembre de 2010
117 de 136 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hablas con una compañera de trabajo. Le comentas que durante las vacaciones has llevado a tus hijos a escalar. Ella te cuenta que su hijo también ha practicado la escalada, en Sudamérica, ese mismo verano, y se lo ha pasado en grande. Te duele la garganta. Fatiga vocal, igual que siempre. Aprietas la mandíbula. Una alumna entra en el colegio para recoger sus notas. Observas, sorprendido, que viene en chanclas y con medias de rejilla –qué mal gusto. Visitas a un amigo por la tarde. No te gusta su terraza. Te inquieta que los niños se acerquen a la barandilla. Todo es real, irrelevante. ¿Qué habrías de temer?

Un día sueñas. Estás en tu cafetería habitual. Charlas con la compañera del hijo escalador. Frente a vosotros, un edificio blanco. Sin saber por qué, te desagrada. Unos niños –los tuyos– suben por una pared. Cuidado, piensas, el mayor tiene diez años y trepa con soltura pero el pequeño le sigue con dificultad. No te preocupes, dice ella, los críos son así. Ves a los dos niños en el edificio blanco, jugando en la terraza de uno de los pisos. Demasiado arriba. El mayor sonríe como si se dispusiera a dar un salto. De pronto, ya no está. Tampoco hay barandilla. Ni sonido. El mayor – ¿alguien lo ha visto arriba alguna vez? – sonríe desde abajo. El pequeño, encima de un listón, asoma la cabeza. Tensas los músculos del cuello e intentas retener la voz en la garganta. Contienes la respiración. No quieres asustarlo y provocar que se resbale. Finalmente, no logras reprimir un grito de terror y corres –o eso crees– hacia él. Cae. En apariencia, el golpe ha sido poca cosa. Unos rasguños en la espalda. Avanzas hacia el cuerpo. Nunca llegas. La alumna de las medias de rejilla lo recoge. Lo coloca entre sus brazos y procura no moverlo. Confías en que la lesión no sea irreversible.

Cuando despiertas, te limpias el sudor. Te consideras un buen padre de familia. La salud de tus dos hijos te preocupa. En especial la del menor, más quebradizo. Eso lo explica todo, pero qué mal trago.

La mecánica del sueño se diría obvia. ¿Lo es? El subconsciente elige los fragmentos para elaborar la pesadilla. Selecciona los detalles. Mientras sueñas, la sensación de verdad es absoluta, pese a las rupturas y el desorden ilusorio. Ahora bien, ¿quién eres tú en el sueño? En principio, un mero espectador. ¿Lo eres? Tú eres ese hombre que se sienta en la cafetería… y eres la mujer con la que hablas. Tu subconsciente ha diseñado el caos del guión y la escenografía. Tú eres la sonrisa del mayor que observa desde abajo. La alumna repudiada, que bien pudiera ser en realidad la madre de los niños, es la figura protectora.

No consigues descartar un pensamiento aborrecible: ¿no serás tú quien ha instigado la caída?

Tal pregunta no admite una respuesta concluyente. Detrás del velo azul acecha lo innombrable. Es preferible conservar los puntos de interrogación.

Y ahora, armado de valor y libre de prejuicios, sumérgete en Mulholland Drive.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Servadac
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