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Voto de VictorRodrigo:
7
Drama Pep, de 13 años, está completamente enamorado de una chica del pueblo de sus abuelos, Sara Amat. Una noche de verano Sara desaparece sin dejar rastro. Al cabo de unas horas, Pep se la encuentra escondida en su habitación. La joven le explica que ha huido de casa y le pide quedarse con él.
12 de julio de 2019
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sencilla, tierna y vestida de una trama desacomplejada que esconde pequeños detalles, gestos y miradas que penetran más que cualquier frase de todo el guión de la película. Así es "La vida sin Sara Amat", un relato que con el título ya genera una predisposición sobre el film, pero donde el viaje de los personajes a través de sus emociones e historias acompañan al espectador con tanta delicadeza que es inevitable esbozar una sonrisa tras los 80 minutos que dura la producción. Es el primer largometraje de Laura Jou, con un reparto lleno de caras jóvenes que escenifican un gran futuro para el cine catalán -y en catalán-.

"La vida sin Sara Ama"t es un canto a los primeros pasos hacia la adolescencia. Pepe (Biel Rossell) es un joven de 13 años que veranea en el pueblo con su abuela y se enamora de Sara (María Morera), una chica decidida y con carácter que un día jugando al escondite decidirá desaparecer. Pero no del todo: escogerá a Pep como protector y le pedirá que le ayude a permanecer en su nuevo escondite, la habitación del chico. Pep dejará de ser un niño en aquella estancia, conocerá el amor, la mentira, la pérdida, el placer, la atracción y el miedo. De trasfondo, la obra de Tolstoi de Ana Karenina.

El conjunto de jóvenes actores que dan vida a los personajes principales de la película están dirigidos de forma magistral por Laura Jou, experta en coaching de actores de tan corta edad. Los papeles de Biel Rossell y Maria Morera, en especial de ella, están ejecutados con mucha naturalidad y una química que traspasa la pantalla. A pesar de la diferencia de edad con buena parte del público, consiguen emocionar con miradas perdidas y penetrantes; con gestos inocentes y decididos; con frases cortas y grandes silencios. Una revelación en la cinematografía catalana.

La nostalgia irradia buena parte de la puesta en escena, situada en los años ochenta del territorio central de Cataluña. La vida veraniega, la libertad para soltarse y explorar los nuevos caminos que brinda una nueva etapa a raíz de la infancia. Los primeros besos, los primeros sentimientos, el descubrimiento de la sexualidad o el vértigo de los primeros miedos. Todas estas temáticas se van desarrollando con los personajes de una manera sencilla y sin pretensiones. La directora sitúa de golpe al espectador en la trama pero no tiene ninguna prisa para desgastar sus personajes. Los trata con cuidado y los acompaña por vestir una muy buena película.

La película dirigida por Jou e inspirada en la novela homónima de Pep Puig es fiel a la esencia del libro, que si bien es mucho más reposado, borda a la perfección la intensidad de las emociones de los protagonistas principales. Francesca Piñón, en el papel de la abuela del protagonista, aporta a la película un punto de madurez y sabiduría desde la complicidad, el amor y la ternura de una abuela. "La vida sin Sara Amat" vuelve a poner de manifiesto cuán necesario es el cine catalán y en qué buena forma está, qué calidad tiene y qué gran futuro le espera.
VictorRodrigo
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