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Drama. Comedia
Es el año 1988 y el Papa Juan Pablo II va a visitar Melo, una pobre comunidad fronteriza de Uruguay. El Pontífice empezará su gira por Latinoamérica en esta pequeña ciudad en la que se espera a más de 50.000 visitantes. Los más modestos están convencidos de que esta visita será milagrosa para el alma y la cartera; mucho creen que vendiéndole comida y bebida a esa multitud se harán casi ricos. Pero Beto tiene una idea mejor: construirá ... [+]
2 de noviembre de 2010
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué tendrá el cine suramericano, entre el que destaca especialmente el argentino, que todas sus historias nos parecen tan cercanas y conmovedoras. En este caso la película es uruguaya, pero se nos vuelve a contar otra ‘historia mínima’, como esas que nos descubría Carlos Sorín en la película de mismo nombre allá por 2002. Los ejemplos son muchos, y es que quién no se ha emocionado con películas como “Leonera”, “Familia Rodante”, “Herencia”, “El Sueño de Valentín”, “Un Oso Rojo” o “Bombón, el perro”; y hablo de estas porque quizás sean más desconocidas. Todas ellas son argentinas, pero los vecinos del norte del Río de la Plata no quieren quedarse atrás y aunque con menos medios ya nos han regalado obras como “Whisky” o la protagonista de esta crítica, “El Baño del Papa”.
No sé si será por las historias que cuentan, por la utilización de actores no profesionales, por los lugares donde se ruedan o por los pocos medios con que se realizan, pero el caso es que estas películas desprenden veracidad por todos sus poros. En “El Baño del Papa” la premisa no puede ser más ‘mínima’, la visita del Santo Padre a un pequeño y asolado pueblo uruguayo, fronterizo con Brasil. Los necesitados habitantes del poblado ven la llegada de Juan Pablo II (estamos en 1988) como una manera de salir de la miseria que les rodea y a nuestro protagonista (un perfecto César Troncoso), no se le ocurre nada mejor que construir un inodoro para los asistentes al festejo.
No sé si será por las historias que cuentan, por la utilización de actores no profesionales, por los lugares donde se ruedan o por los pocos medios con que se realizan, pero el caso es que estas películas desprenden veracidad por todos sus poros. En “El Baño del Papa” la premisa no puede ser más ‘mínima’, la visita del Santo Padre a un pequeño y asolado pueblo uruguayo, fronterizo con Brasil. Los necesitados habitantes del poblado ven la llegada de Juan Pablo II (estamos en 1988) como una manera de salir de la miseria que les rodea y a nuestro protagonista (un perfecto César Troncoso), no se le ocurre nada mejor que construir un inodoro para los asistentes al festejo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Ni que decir tiene que la construcción del mismo será toda una odisea y que las cosas no saldrán tal y como estaban previstas. No suelen ser de mi agrado, pero en este caso me gusta el final optimista, porque esta gente, que ha sufrido tanto, está acostumbrada a levantarse y seguir peleando. Un final como este no quedaría igual de bien en una película europea y ni mucho menos en una norteamericana, donde son aficionados a este tipo de cierres.
Dos detalles para cerrar. El acento de los personajes es muy acusado y ni siquiera con el paso de los minutos el oído se hace con él (especialmente en el caso del amigo de raza negra del protagonista, creo que no le entendí ni una palabra en los 90 minutos que dura la película), ello no impide disfrutar de esta gran obra. Por último, especial atención merece la escena cuando padre, madre e hija ensayan como tratar con las personas que usen el baño, imposible reprimir la carcajada.
Dos detalles para cerrar. El acento de los personajes es muy acusado y ni siquiera con el paso de los minutos el oído se hace con él (especialmente en el caso del amigo de raza negra del protagonista, creo que no le entendí ni una palabra en los 90 minutos que dura la película), ello no impide disfrutar de esta gran obra. Por último, especial atención merece la escena cuando padre, madre e hija ensayan como tratar con las personas que usen el baño, imposible reprimir la carcajada.