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Voto de Yerai:
6
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Drama
Charlie Fineman (Sandler) es un dentista de Manhattan que perdió a su familia en el 11-S, y con ella perdió también las ganas de vivir y la capacidad para superar la tragedia. Un buen día, se encuentra con Alan Johnson (Cheadle), un antiguo compañero de la universidad. La recuperación de esa amistad le servirá en parte para aliviar el dolor. (FILMAFFINITY)
11 de julio de 2007
32 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque en principio la fórmula propuesta por Mike Binder pueda parecer interesante, y la misma descanse sobre la eficacia de la actuación de Don Cheadle, al que poco se le puede reprochar, aún así algo falla:
Un bien avenido dentista pierde a su modélica familia en uno de los fatídicos vuelos que se sucedieron el trágico día del 11 de septiembre. A partir de ese momento entra en una fase de deterioro psíquico que se caracteriza por reproducir continuamente un bucle mental, que le lleva a la más absoluta desidia, y que al mismo tiempo le sirve para olvidarse de lo ocurrido, alejándose así del dolor, de la depresión. Así pasan unos años hasta que se cruza en su camino su antiguo compañero de universidad, aburrido de la rutina familiar, que hará lo posible por despertarle del letargo.
Parece, pues, tener todos los ingredientes necesarios para producir una lacrimógena combinación de sensaciones, pero no lo consigue, obteniendo un fallido resultado a medio camino entre melodrama y tragicomedia, sin despuntar claramente hacia una tendencia u otra ya que no hay intensidad dramática lo suficientemente bien construida, ni comicidad abundante y de buen gusto para pensar que se trata de lo segundo.
Es en Adam Sandler donde reside parte de la debilidad del film. Como loco dejado lo hace estupendamente bien (tarea que tampoco requiere especial talento), pero cuando llega el instante de su metamorfosis, de su despertar, es lastrado por su restringido registro, incapaz de traspasar la frontera de la pantalla, quedándole demasiado grande la gigantesca emotividad que requiere el momento.
Por todo ello el trabajo de Binder con su historia, cuanto menos singular, a muchos les podrá parecer conmovedora, aunque los más exigentes no podrán obviar sus evidentes debilidades que no dudarán en tildarla de fallida.
Un bien avenido dentista pierde a su modélica familia en uno de los fatídicos vuelos que se sucedieron el trágico día del 11 de septiembre. A partir de ese momento entra en una fase de deterioro psíquico que se caracteriza por reproducir continuamente un bucle mental, que le lleva a la más absoluta desidia, y que al mismo tiempo le sirve para olvidarse de lo ocurrido, alejándose así del dolor, de la depresión. Así pasan unos años hasta que se cruza en su camino su antiguo compañero de universidad, aburrido de la rutina familiar, que hará lo posible por despertarle del letargo.
Parece, pues, tener todos los ingredientes necesarios para producir una lacrimógena combinación de sensaciones, pero no lo consigue, obteniendo un fallido resultado a medio camino entre melodrama y tragicomedia, sin despuntar claramente hacia una tendencia u otra ya que no hay intensidad dramática lo suficientemente bien construida, ni comicidad abundante y de buen gusto para pensar que se trata de lo segundo.
Es en Adam Sandler donde reside parte de la debilidad del film. Como loco dejado lo hace estupendamente bien (tarea que tampoco requiere especial talento), pero cuando llega el instante de su metamorfosis, de su despertar, es lastrado por su restringido registro, incapaz de traspasar la frontera de la pantalla, quedándole demasiado grande la gigantesca emotividad que requiere el momento.
Por todo ello el trabajo de Binder con su historia, cuanto menos singular, a muchos les podrá parecer conmovedora, aunque los más exigentes no podrán obviar sus evidentes debilidades que no dudarán en tildarla de fallida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Prueba del fallido intento de Binder es el diálogo final que el protagonista tiene con sus suegros:
- No necesito hablar de ella. Ni mirar fotos. Porque la verdad es que muchas veces la veo, por la calle... Voy paseando por la calle y la veo en la cara de otra persona más claramente que en las fotos que siempre lleváis encima. Yo sé que estáis sufriendo... pero os tenéis el uno al otro. ¡Os tenéis el uno al otro! Y yo soy el que tiene que verla a ella y a las niñas en todo momento... vaya a donde vaya.
Hasta aquí parece que la película está lográndolo, ¡nos está poniendo la piel de gallina por fin! Notamos esa congestión nasal que precede al llanto. ¿Vamos a llorar delante de nuestra pareja? ¿Vamos a quedar mal otra vez?
Pero Adam Sandler sigue hablando:
-Hasta veo al perro. Así de jodido estoy, ¿sabéis? Pasa un pastor alemán y veo al caniche, ¡coño!
Después de soltar esto último, los suegros se echan a llorar.
Cara de estupefacción entre todos los espectadores de la sala.
Gracias, Binder por ese guión tan irregular. Has salvado nuestra hombría.
- No necesito hablar de ella. Ni mirar fotos. Porque la verdad es que muchas veces la veo, por la calle... Voy paseando por la calle y la veo en la cara de otra persona más claramente que en las fotos que siempre lleváis encima. Yo sé que estáis sufriendo... pero os tenéis el uno al otro. ¡Os tenéis el uno al otro! Y yo soy el que tiene que verla a ella y a las niñas en todo momento... vaya a donde vaya.
Hasta aquí parece que la película está lográndolo, ¡nos está poniendo la piel de gallina por fin! Notamos esa congestión nasal que precede al llanto. ¿Vamos a llorar delante de nuestra pareja? ¿Vamos a quedar mal otra vez?
Pero Adam Sandler sigue hablando:
-Hasta veo al perro. Así de jodido estoy, ¿sabéis? Pasa un pastor alemán y veo al caniche, ¡coño!
Después de soltar esto último, los suegros se echan a llorar.
Cara de estupefacción entre todos los espectadores de la sala.
Gracias, Binder por ese guión tan irregular. Has salvado nuestra hombría.